Síguenos en redes sociales:

El éxito de la cooperación

HACE tiempo que investigamos en torno al concepto de innovación abierta y la necesidad de cooperación entre las organizaciones para seguir siendo competitivos. Pero, además de investigar las distintas formas en las que una organización puede cooperar, es importante analizar los aspectos puramente sociológicos y antropológicos que se encuentran en los cimientos de la cooperación.

Los problemas de cooperación radican en conseguir que unos individuos, egoístas y desconfiados trabajen juntos, incluso cuando el puro interés particular pareciera dictarles no participar. Pagar impuestos, reducir la contaminación, ponerse de acuerdo en lo que es un salario justo, son ejemplos de este tipo de problema. Para solucionar problemas de cooperación hace falta que los miembros de un grupo o de una sociedad hagan algo más que obedecer únicamente su interés egoísta. Es necesario que adopten una definición de interés más amplia que la propia visión miope de la maximización del beneficio a corto plazo. Asimismo, es necesario que cada uno pueda confiar en los que le rodean, por que cuando falta la confianza, la búsqueda miope del interés propio es la única estrategia sensata.

Según el criterio tradicional de los economistas, y bastante razonable, los seres humanos se mueven obedeciendo fundamentalmente al interés egoísta. Esto significa que, exponiendo a una persona ante distintas opciones ésta elegirá siempre la que le beneficia personalmente y que dichas elecciones no dependerán de lo que haga nadie más. Esta hipótesis que puede parecer bastante verosímil se torna, repetidamente, en una hipótesis falsa. Muestra de ello son los resultados obtenidos en diversos estudios utilizando el juego del ultimátum. Estos resultados reflejan la voluntad de las personas de castigar el mal comportamiento aunque personalmente no se obtenga de ello ningún beneficio material. Los economistas Samuel Bowles y Herbert Gintis han llamado a dicho comportamiento "reciprocidad fuerte".

La "reciprocidad fuerte" es un comportamiento prosocial porque incita a trascender la definición estrecha del interés egoísta y a hacer deliberadamente o no cosas que tienden al bien común. Los que actúan así no lo hacen por altruismo pero el efecto es el mismo que si fuesen unos filántropos. El grupo resulta beneficiado.

La noción de comportamiento prosocial tal vez pueda contribuir a resolver el misterio de por qué cooperamos. Una sociedad no puede confiar sólo en la ley para garantizar que los ciudadanos actúen con honradez. La gente que se ve en la necesidad de tratarse durante un cierto tiempo acaba por admitir los beneficios de la cooperación en vez de tratar de sacar ventaja sobre los demás, porque saben que si lo hicieran el otro procuraría tomar represalias. La clave de la cooperación es lo que Robert Axelrod llama "la sombra del futuro", es decir, la promesa de que la interacción con los otros continuará es lo que nos mantiene a raya. En palabras de Axelrod, "para el éxito de la cooperación es preciso que la gente empiece por ser amable, es decir, que demuestre disposición a cooperar, pero también disposición a castigar el comportamiento no cooperador tan pronto como aparezca".

Uno de los ejemplos clásicos de problema de cooperación es el pago de los impuestos. Todo el mundo se beneficia con los servicios que se financian mediante los impuestos. El problema estriba en que todos esos servicios los disfruta uno tanto si paga sus impuestos como si no. De modo que, aunque desde nuestro interés egoísta coincidamos con la opinión de que el gasto público es algo bueno, no tenemos un incentivo para no tratar de evadir nuestra aportación. En términos estrictamente económicos, tal vez lo más racional sería no pagar impuestos. Por lo que, la buena salud de un sistema fiscal requiere algo más que leyes. A fin de cuentas es necesario que la gente pague sus impuestos voluntariamente. Entonces, ¿por qué la mayoría de las personas paga sus impuestos? La respuesta tiene que ver con la reciprocidad. Muchos participan y participarán mientras crean que todos los demás también participan. Por decirlo de otra manera, los cumplidores crean cumplidores y de esta forma individuos egoístas pueden llegar a cooperar entre sí.