DIFERENTES sectores de la sociedad española están movilizándose en apoyo al juez Baltasar Garzón, acusado de prevaricación por declararse competente para investigar los crímenes cometidos durante el franquismo. A pies juntillas y con mucho corazón pero me temo que con mucha mente obnubilada se está creando una marea en defensa del juez.

A este magistrado que ya conocemos sobre todo en Euskadi le preocupa la memoria histórica de la Guerra Civil en la medida que alimenta su ego. No olvidemos que asume la competencia en el contexto de la excavación para recuperar los restos de Lorca y que un mes después de admitir a trámite las denuncias de varias asociaciones de memoria histórica, se inhibe de la causa y la remite a los juzgados territoriales en los que se encuentran las fosas.

Pero también hay que decir que gracias a él están saliendo a flote, por fin, aspectos muy interesantes que hasta ahora estaban presentes pero escondidos en silencio a la espera de un detonante como éste.

Desde aquella exhumación de fusilados desaparecidos durante la Guerra Civil, primera que utilizaba una metodología arqueológica, promovida por Emilio Silva, hoy presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, han pasado diez años. En este tiempo se han excavado más de 200 fosas comunes en todo el territorio del Estado español. No han sido pocos los casos en los que los muertos rescatados habían sido ejecutados y enterrados por miembros de la Falange y son ahora, sus herederos, quienes a través de una acusación de prevaricación pueden paralizar la posibilidad de investigar aquellos crímenes. También tiene su lógica macabra ya que aquellos que arrancaron a personas de sus familias para darles un paseo por hermosas tierras en donde, previo tiro en la nuca y posterior remate, enterrarlos para siempre, ya no están y por lo tanto alguien debe vigilar ese "para siempre".

Son muy preocupantes las reacciones que están teniendo lugar en torno a la inoportunidad de hablar de aquello alegando la manida frase de "no reabrir viejas heridas". La gente todavía no se ha dado cuenta que esto no es un problema del pasado sino del presente. Hablamos de hechos que se produjeron hace más de 70 años, pero la memoria que se está reivindicando se construye en el presente. Las personas que solicitan saber de los suyos son ciudadanos de la sociedad democrática actual y es hoy y ahora cuando están pidiendo resolver este asunto injustamente pendiente.

Otro aspecto muy interesante es la mediatización de toda esta movilización pues está contribuyendo a que se construya mucha memoria a través de artículos, reportajes, entrevistas? en definitiva, que se hable del tema sin miedo, algo que reconforta a las propias víctimas tal y como lo han asegurado en numerosas ocasiones. Se ha hablado en estos días más sobre la memoria histórica de la guerra que en los últimos 10 años desde aquella primera exhumación. Pero no hay que perder la perspectiva, los protagonistas hoy deben ser las víctimas del olvido: familiares de fusilados y desaparecidos, sobrevivientes de aquellos horrores, los que sufrieron prisión, trabajos forzados, exilio, torturas?

Mucho me temo que aún veremos más pancartas con lemas ensalzando la figura y trayectoria de Garzón como gran defensor de los derechos humanos. Espero no haga demasiada sombra a lo que se lleva reclamando desde hace muchos años.