EL Gobierno español anda en la cuerda floja. El caso de la activista Aminatu Haidar a favor de la independencia saharaui es en su mayor parte consecuencia de la funesta y cobarde conducta de los gobiernos españoles precedentes ante un crecido Marruecos.

Comentaba ayer uno de los comensales en un grupo de viejos amigos: "Lo que no entiendo es por qué una buena señora con hijos arriesga su vida por una independencia de su país imposible, una independencia sin sentido alguno". "¿Y por qué no?, repuse. Se quedó de piedra. "Por qué no ¿qué?", reaccionó tarde y mal. "Porque no tiene sentido la independencia del pueblo saharaui, porque es imposible, porque no tiene sentido arriesgar su vida para lograrla y si es preciso morir por ella pacíficamente para conseguirla", replicó a continuación. Silencio absoluto. Estaba claro, que mi interlocutor no tenía ni idea de la situación actual ni de la historia. Además, no es una comida prenavideña de antiguos condiscípulos el lugar apropiado para una disertación, aun breve pero documentada. Podría atravesarse alguna espina del bacalao.

Para no empezar ab ovo, con África, el Sahara y Marruecos, España había perdido sin remedio a finales del s. XIX (1898), los últimos restos, Cuba y Filipinas, de su imperio de Ultramar. Conservaba, sin embargo, la vanidad suficiente para embarcarse en el reparto -so capa de colonización civilizadora- de la cercana África con los grandes, Gran Bretaña, Francia, Alemania?, pero éstos no dejaron sino las migajas: el protectorado con Francia de Marruecos, que tantas vidas costó al Ejército, es decir, a las familias españolas; y tanto dinero al Gobierno, es decir, a los contribuyentes... y ni aun así: tuvo que mendigarlo de un vasco republicano pero amigo del rey para repatriar a los prisioneros de Abd-El Krim. Más o menos por ese tiempo, primer decenio del s. XX, logró con Río de Oro el Sahara Occidental, esa región pobre e inhóspita habitada por unos entre 100.000 y un millón de saharauis, en parte beduinos. Sin embargo, en 1963, se descubrieron los ricos yacimientos de fosfatos y el panorama cambió.

Para entonces, 1956, el Marruecos francés se había independizado el 2 de marzo, y un mes más tarde, el 7 de abril, se retiró España. Pero Marruecos transformó su derecho a la independencia, de la mano del Partido Istiglal y de la del rey con ínfulas de emperador en patente de corso para su imperialismo expansionista hacia el noroeste de África. Llegó tarde a la Mauritania que se independizó en 1960 y no pudo aspirar a Argelia que, independiente de Francia en 1962, se convertiría en rival. Quedaba el Sahara Occidental bajo soberanía española.

Sin decir oxte ni moxte, ante las mismísimas narices de España y de la comunidad internacional, el 7 de abril de 1975, Marruecos lanza su Marcha Verde -verde de vergüenza- de 350.000 marroquíes contra el pueblo saharaui, bajo soberanía española y se anexiona todo el territorio. El 14 de abril, España -en los estertores del franquismo- entrega el país a Marruecos a una con Mauritania en vez de darle su independencia. Marruecos prescinde de Mauritania y se apresura a ocupar militar, administrativa y civilmente todo el territorio, en particular los puntos estratégicos y más ricos.

Sólo Argelia protestó contra aquella traición de España a los saharauis. A éstos no les queda otro remedio que tomar las armas en la desigual guerra de guerrillas. Al mismo tiempo, unidos en el Frente Polisario, declaran la República Democrática Saharaui.

Logrado un alto el fuego, el Frente Polisario logra un triunfo diplomático en 1979. La ONU condena a Marruecos, reconoce el derecho saharaui a la autodeterminación y auspicia un referéndum sobre la independencia con voto exclusivo de los autóctonos saharauis, excluidos por tanto los marroquíes ocupantes. En 1982, la Organización de la Unidad Africana (OUA) admite en su seno la República Árabe Democrática Saharaui. Marruecos abandona la OUA y comienzan las hostilidades y sus secuelas, muertos, refugiados en Argelia, etc? Se logra otro alto el fuego, la ONU vuelve al referéndum. Marruecos exige el voto de los marroquíes... En 1992, se demora el referéndum sine die. Hasta hoy. La voz del pueblo saharaui clama en el desierto. Marruecos pretende acallarla y machaca a quien se hace oír.

¿De qué sirve la ONU, la Organización Africana, ante los hechos consumados, la audacia de una dictadura expansionista y el miedo al lobo feroz, a tocar a un Estado establecido aunque se esté a punto de consumar un genocidio a la vista de cualquiera que no vuelva las espaldas?

Esta es la cada vez más angustiosa situación de los saharauis entregados por España a manos de sus verdugos. Engañados con los placebos de papel de la ONU y organizaciones estériles, están dispuestos a desaparecer en la guerrilla o extinguirse en el refugio argelino; eso sí, con todos sus derechos a ser un pueblo libre por sí y ante sí, derechos que nada parecen valer ante la audacia de un dictador expansionista y la cobardía de la Comunidad Internacional.

Sin embargo, ahí está el rostro de la serena, noble y valiente Aminatu Haidar. En su lucha por la independencia de su pueblo ha atraído la atención de los reporteros y ha ocupado por unos días los espacios de los medios de comunicación a la caza siempre de algo que se venda. Ahí está el rostro sereno, noble y valiente, un poco triste, de Aminatu Haidar que vende más que la sonrisa inane de un Zapatero perdido en este embrollo jurídico, político, pero sobre todo humano.

Culmina así Zapatero la pésima gestión de aquella España militarista y colonizadora a gusto de Alfonso XIII, hasta que aprenda en carne tampoco propia (Ceuta y Melilla) que no se frena a aquel a quien se le ha permitido una vez apoderarse de lo que no le pertenece.