Nada bueno se puede aprender del ex presidente norteamericano, pero sí extraer lecciones útiles sobre lo que fue –y es– su política y su concepto de la sociedad como mercado de productos humanos. Recomiendo encarecidamente a los candidatos de las próximas elecciones y a sus partidos ver el documental Trump: sin precedentes, producido en tres partes por Discovery en 2022 y que ahora emite HBO Max.

Es todo un tratado sobre la crisis de la democracia y los riesgos de envilecimiento de las instituciones. Llega un momento en que a muchos ciudadanos, agotados por crisis existenciales y económicas, les pesa ser libres y prefieren volver a un vago autoritarismo, renunciando a la verdad informativa para encontrar en los bulos una realidad alternativa. Trump es el profeta que ofrece ese elixir de vida delirante. Apunta el reportaje certezas como que “la retórica de Trump siempre se basa en enfrentar a la gente”.

La nueva tiranía se construye sobre el cainismo. Dice también que el populismo es “una política de resentimiento” que se alimenta de la frustración. Su palabra está armada hasta los dientes y busca sangre. Y añade: “En el lenguaje de Trump la crueldad suele ser la clave”. La televisión como artefacto de masas y la sociedad del espectáculo son el germen de la democracia averiada. El fallecido Silvio Berlusconi fue a la vez promotor de la telebasura y líder populista.

Donald Trump ya era famoso antes de llegar a la Casa Blanca por su participación en realitys como El Aprendiz y alcanzó la cumbre de su miseria alentando el asalto al Capitolio. Ahora y aquí lo emulará el neofranquismo con su carga de odio al emigrante, la negación de las políticas de género y la nostalgia de “una, grande y libre”, apoyado por las tropas de Ana Rosa y Losantos. Obviamente, Trump es bastante español.