Será difícil confirmar si hay relación directa entre la imagen de Donald Trump vestido de Papa, fruto afortunadamente de la inteligencia artificial, y la elección de un estadounidense como nuevo Pontífice de la Iglesia católica. Es la anécdota del proceso. Ocurre con las elecciones del Papa que siempre generan gran expectación mediática, incluso en los no creyentes. De un tiempo a esta parte, además crea grandes expectativas sobre si será capaz de modernizar la institución, también dentro y fuera de la fe. Se diría que el paso de Jorge Mario Bergoglio por el Vaticano ha abierto la puerta a nuevos tiempos y la figura del Papa tiene fuerza a nivel planetario para mejorar las cosas, que en muchos rincones del mundo están más que torcidas. Así que si como dicen los expertos Robert Prevost, León XIV, continuará el camino marcado por Francisco habrá que darlo por bueno, aunque lo haga, como se señala, con menor intensidad por su carácter más plano. En realidad hay muchos que se conformarían solo con que no diera marcha atrás. Y en medio de todo el debate la adaptación de la Iglesia a los tiempos modernos, sorprende cuestiones que retrotraen a momentos más oscuros. Por ejemplo, la apertura del sepulcro de Santa Teresa de Jesús para que su cuerpo pueda ser venerado por los fieles, un acontecimiento que solo se ha producido en dos ocasiones anteriores y se repite ahora 111 años después de la última.
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