Quizás sea una noticia menor para la mayoría de la población pero acciones como la que voy a describir es lo que marca la diferencia entre una sociedad solidaria de otra egoísta. El lunes se estrenaba en el barrio bilbaino de San Ignacio el primer parque adaptado para personas en silla de ruedas. En un principio no parece que combinen bien la discapacidad con algunos de los artefactos que se instalan ahora en los parque de ocio. Sin embargo, es así. Con voluntad y esfuerzo por todas las partes implicadas se ha conseguido diseñar unos columpios inclusivos que incorporan hasta un balancín adaptado para las sillas rodantes y un carrusel giratorio. Movimiento impelido para personas que no pueden moverse por sí solas, casi un oximorón que no solo destila solaz y risas. El Ayuntamiento, promotor de la iniciativa, también ha encargado los artefactos con una segunda función de aprendizaje. Porque, además de divertirse, interactuar con otros txikis en su misma situación e incentivar el juego, los especiales columpios les permiten aprender a controlar movimientos y coordinar su cuerpo mejorando con ello la actividad psicomotriz. Es casi seguro que serán pocos los txikis que puedan utilizarlos, pero merece la pena el dinero invertido para que los que se diviertan con ellos los aprovechen. Y seguro que más de un adulto, de los que atiende la asociación Aspace en el centro que tiene delante de este parque de ocio, también los gozarán.
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