Ya que es imposible evitarlo, los chavales deberían de ver ciertos programas con casco para que no les impactaran en la cabeza según qué cosas, en ocasiones igual de dañinas que un coscorrón contra el pavimento. Hace unos días en GH Dúo, un sucedáneo del formato que nació como experimento sociológico y ha evolucionado, cual pokémon, en no se sabe muy bien qué, un concursante, en plena disputa con otro compañero, le amenazó: «Ya nos veremos sin cámaras. Te meto un palizón que meas sangre». El presentador tachó de inmediato su actitud de “inadmisible” y manifestó la “tolerancia cero” del programa con ese tipo de comportamientos, pero todo quedó, sin embargo, en una llamada de atención, con la advertencia, eso sí, de que el próximo en traspasar la línea sería expulsado. Llámenme drástica, pero para mí eso de “un palizón que meas sangre” en un concurso en prime time es de roja directa y para tu casa, aunque solo sea por concienciar a los espectadores más jóvenes en estos tiempos en los que se dan palizas a chavales hasta matarlos, como fueron los casos de Santi Coca en Donostia, de Samuel Luiz en A Coruña o de Alex Ionita en Amorebieta, que sobrevivió, pero con un daño cerebral irreversible. Tolerancia cero con la violencia, en todos sus formatos, es tolerancia cero. En esto no hay medias tintas. Segundas oportunidades, sí, pero tras la debida sanción. No basta un tirón de orejas.