No soy partidario de hacer leña del árbol caído, sobre todo en casos de tragedias, pero el presidente valenciano, Carlos Mazón, no está tumbado aún y, en todo caso, quiere morir matando. Lo mejor es que siga hablando, que le sigan escuchando: en las Corts, en entrevistas, en la calle. Sus acusaciones contra la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Aemet -ambas dependientes del Gobierno español- no son nada comparadas con sus críticas a la UME. Con el Ejército ha topado. El jefe de la unidad militar ya ha dicho que tuvieron que adelantarse a las órdenes de Mazón. Qué torpe, este hombre.
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