Se celebra estos días el juicio por el crimen de Samuel Luiz, un joven de 24 años que murió tras una brutal paliza que recibió de una manada de ‘personas humanas’ en A Coruña en la madrugada del 3 de julio de 2021, a la salida de un local de ocio. Una agresión que nos recuerda y nos remite directamente en nuestra memoria colectiva a la que sufrió el joven Alex en Amorebieta a consecuencias de la cual quedó en coma y de la que se encuentra en estado prácticamente vegetativo. Nos viene a la memoria por las características, por el odio motivador, por el número de agresores, por la juventud de la víctima y hasta por las fechas en que se produjo, casi coincidentes. La jauría humana en estado puro. Es en estos casos cuando se comprueba la cobardía de los agresores. Da igual la motivación, la causa es acabar con el diferente: por su origen, por su aspecto, por su orientación sexual o política o porque son aficionados de otro equipo de fútbol. O por parte o por todas estas cuestiones. Ahí tenemos a los miembros de Herri Norte identificados por los incidentes y el lanzamiento de bengalas en el partido celebrado en Roma. En el primer día de juicio, la abogada de uno de los acusados negó la autoría de su defendido: “Será un cobarde, un imbécil, pero no es un asesino”, dijo, a modo de argumento. Como si no fuera posible que sea las tres cosas al mismo tiempo. Es más, como si para ser un asesino en jauría no hubiese que ser muy imbécil y muy cobarde.