Como quiera que lo de los blindados en Bolivia ha sido todo un éxito porque el intento de golpe de Estado ha sido un rotundo fracaso y tampoco hay que lamentar muertes, se puede hacer chanza del episodio. La gran enseñanza a extraer del último barullo milico en Sudamérica es la costumbre en ese país de señalar públicamente al acusado con un sambenito con la inscripción aprehendido en el pecho. Al general Zuñiga solo le faltaba el gorro de capirote. En cambio, bastante más al norte, el instigador del asalto al Capitolio, condenado además por su desliz de índole económica después del sexual con una actriz porno, tiene toda la pinta de volver a ponerse al frente de los blindados de la primera potencia bélica del mundo. Acostumbrado como está el personal a las películas de tramas conspiratorias, la sospecha está ahí: ¿Por qué han elegido los demócratas a Joe Biden como candidato? ¿No había nadie mejor o al menos de una edad más adecuada para las conexiones neuronales? ¿Qué fuerzas ocultas han maniobrado para ponerle una alfombra roja hacia la Casa Blanca a Donald Trump? En cierta medida ya estamos de vuelta y cuando hace unos años estaban Trump, Xi Jinping y Vladímir Putin al frente de los países con mayor poder militar del planeta tampoco pasó nada extremadamente grave. Esperen, ahora que caigo, hubo una pandemia y murieron cerca de siete millones de personas en todo el mundo.