HA sido toda una sorpresa que la tradicional campaña que el Banco de Alimentos de Bizkaia organiza todos los años antes de Navidad para recoger donativos se haya saldado con un aumento de aportaciones. Sorpresa porque en una época donde el coste de la cesta de la compra se ha subido a la parra, la petición de solidaridad por decenas de ONG y asociaciones sin ánimo de lucro sigue in crescendo y las necesidades de muchas familias son perentorias, el personal sigue apostando por esta ayuda alimentaria. El incremento no es excesivo, un 2% calculan desde la entidad benéfica, pero sí significativo ya que la recogida de más de media tonelada de alimentos no perecederos sumados al dinero entregado en forma de bonos de compras son quizás la forma de ayuda más directa existente. Solo espero que ese compromiso no se vea contaminado por la imagen que mucha gente sigue denunciando en varias poblaciones del territorio. Cuando se observan en las colas para la entrega de los alimentos a personas que pasan el tiempo de espera trasteando con móviles de última generación o acuden a la recogida con sus turismos cuyos maleteros llenan de bricks de leche o paquetes de garbanzos y alubias. Desconozco cuáles son las circunstancias de estas personas pero es evidente que esas estampas no facilitan un aumento mayor de esa solidaridad alimentaria antes referida.