Es cuestión de juicio, de juicio sin juez, o sea, el sinónimo de cordura, discernimiento, sensatez... Y no seré yo quien diga que los juicios con juez no los tienen. Si acaso, esa duda se cierne sobre algunos. Digo jueces, no juicios. Aunque, claro, si afecta a unos... Me dirán los jueces que no existen pruebas de lo que digo y que sin ellas no vale el juicio, pero sobre eso también se podrían plantear dudas. Y la duda es la escuela de la verdad. No lo digo yo, lo dijo sir Francis Bacon, discípulo de Santo Tomás y padre del empirismo científico. Lo que uno sí se dice para sus adentros, como buscando un ápice de juicio, sinónimo de cordura y sensatez, es qué hacen los jueces juzgándose a sí mismos. Porque si jueces (y fiscales y letrados) se concentran delante de sus juzgados para pedir respeto a la independencia judicial y mostrar su compromiso con la separación de poderes será porque creen que no las hay. Digo. Y de no haberlos será en parte, siquiera en parte, porque los jueces, al menos algunos, no han sido capaces de preservar su independencia, que no es sino el compromiso de la separación del poder judicial de otros poderes, públicos o no tanto. Sería suficiente, a mi juicio, con que los jueces (y fiscales y letrados) dejen presiones, intereses, ideologías... en el mismo perchero del que descuelgan la toga y si acaso denunciasen siempre a aquellos jueces (y fiscales y letrados) que no lo hicieran. Es algo que no plantea dudas, la verdad.