SI el unionismo español (de cualquier sigla) es una máquina de fabricar independentistas, estos parecen ser expertos en sacar del armario al franquismo sociológico. Pero no se engañen, aunque edulcorada, toda esa fauna de la fachosfera, que incluye a ultracatólicos, pijorevoltosos, descendientes de bolsillos acaudalados, maleantes de la inteligencia y, ahora, hasta a artistas de radiofórmula, siempre estuvo ahí, agazapada pero presente. Velando al muerto. Patalean sobre el asfalto las consignas de sus caudillos escupiendo argumentos donde no saben distinguir el sujeto del predicado porque el raciocinio se les queda atrapado en la uña del pie mientras esos líderes de escaño bien forrado farfullan la amnistía como elemento de golpismo, cuando en verdad lo que les espanta y asusta es la superación de este modelo de Estado uniforme que empieza y acaba en la Puerta del Sol. Poca cosa grave ha pasado con estos zombis de la vida asaltando sedes y la democracia con idea de videoarbitrar el contador de papeletas hasta que las suyas sean mayoría. Un crisol de soldados del odio que nos complica la intención de turistear por España, no sea que nos zumben por rojos y/o sediciosos. Entre tanto estiércol y la izquierda cobarde que mucho me temo olvidará pronto sus promesas, qué fácil (nos) van a poner volver a darle la patada al tablero. El aplausómetro a Sánchez no tardará en quedarse sin pilas. Aunque, al menos hoy, es lo que toca. Verso a verso. l

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