Déjense de piedras y tropiezos, el hombre, dicho así, sin género, ni siquiera de duda, o sea, degenerado, es el único animal que usa a otros animales, hombres incluidos. Si seremos gilipollas, y no, no pienso pedir perdón, digamos la verdad, que nos ha llevado siglos urbanizar sociedades que han deshumanizado la vida y, cuando casi no tiene remedio, pretendemos humanizar las ciudades, que antes tenían más espacio y menos ruido, más vecinos y menos gente, menos humo y más árboles y ahora, jabalíes (y hombres) hurgando en las basuras por las aceras. Nos hubiésemos ahorrado esfuerzos, y presupuestos, de haberlo pensado. Pero no escarmentamos. Y tras décadas digitalizando a todo meter nuestras vidas, en nada querremos desdigitalizarlas. Apuesto un bitcoin. Ya empiezan las primeras dudas. Eso sí, lo que nunca se altera en el hombre, así, sin género, degenerado, es la guerra, instalada en la historia, siempre la misma historia, con el absurdo universal de pretender una paz y hasta un avemaría, que la religión suele andar de por medio. Pero qué voy a decir del hombre, lobo para el hombre, según Hobbes. Quiso acabar con el lobo para proteger su vida, pasó luego a proteger la vida del lobo y ahora se protege de este con perros de los que debe protegerse. Sí, somos hombres. Sin género. Y no pediré perdón. No hay duda de que Elon Musk hallará los voluntarios que busca para implantar sus chips cerebrales.