ESTA columna se centró hace dos semanas en la digitalización de las aulas, en el riesgo que supone que la pantalla sea el vehículo principal de la enseñanza para unos adolescentes que son nativos digitales y que evitan, siempre que pueden, coger un boli. Ahora trasciende la decisión de las autoridades educativas suecas de recuperar los libros de texto. Entre los argumentos, citan que el canal digital dificulta la comprensión lectora. “Lo que sucede en las aulas de hoy determina el futuro de Suecia”, argumenta la ministra elevando el asunto, como no puede ser de otra forma, a cuestión de Estado. La concentración es otra de las facetas que se está debilitando. Al igual que la creatividad. Y todo ello junto es la base del aprendizaje. Si se tiene en cuenta que la historia comienza con la aparición de la escritura, es evidente que hay mucho en juego. El miércoles pasado, en una conferencia de la asociación de egresados de la Comercial (Deusto Business Alumni), el presidente de Kutxabank, Anton Arriola, contó que durante su etapa en Goldman Sachs realizó entrevistas de trabajo a numerosos estudiantes. Tras citar varias universidades de prestigio, concluyó que, a nivel de conocimientos, los licenciados de Deusto Business School están a la cabeza. Otra cosa, añadió, son habilidades como hablar en público. No parece que la digitalización ayude a superar ese tipo de desajustes. Y como les estaba diciendo no se puede pilotar un Fórmula 1 en un circuito sin saber conducir un coche por la carretera.