ESTÁN ocurriendo tantas cosas extrañas en un espacio tan corto de tiempo que no se puede descartar ninguna hipótesis. Empezando por el coronavirus y con el enredo actual de los globos espía –¿alguien sabe, por cierto, dónde está Elon Musk?–, todo puede pasar. Todo, con la excepción, claro, de que Froilán deje de dar la nota. Mientras, sigue la guerra de Ucrania y un terremoto devastador nos recuerda que el planeta está muy vivo a pesar de todos nuestros intentos de acabar con él. Y ojo, que hace unas semanas nos contaron que el núcleo se había parado y no supimos si echar a correr o esperar el Apocalipsis en La Galea. Dicen que no hay que preocuparse, se intenta. Donde todo parece en orden es en el Gobierno español. Los incendios se multiplican, pero en los ministerios ya están acostumbrados al fuego y saben que la coalición no va a arder. Están programados fuegos artificiales cuando las elecciones generales estén más cerca porque tampoco es cuestión de estar durante meses oliendo a pólvora. Tranquiliza saber que los ministros siguen en su sitio, que están a lo suyo. Sobre todo Yolanda Díaz, con esa capacidad adquirida de pasar sin mojarse por encima de los charcos que también genera el propio Ejecutivo. Canción de charco y fuego, haciendo un chiste fácil con la serie favorita de Pablo Iglesias, que está sin estar. Conclusión: No dejes para mañana los globos espía que puedas derribar hoy, porque tiene pinta de relajar eso de tirar misiles.