CON el All I want for Christmas is you de la Carey empieza todo. Llegará el año en que su empalagosa melodía nos recuerde el desenfreno navideño con el penúltimo chapuzón del verano. Sin ánimo de ejercer de Grinch, o sí, prometo no convertir mi casa en la morada de Santa Claus aunque ya hay un árbol embadurnado de espumillón solo sea por superstición. Desistiré de ir a toda reunión opípara de manjares y conocidos a los que ni pones nombre aunque, al cumplir años este mes, el buche arranca indigesto. Me negaré a parpadear con cada soniquete del bombo que no te saca de pobre y, aún así, ya nota los efectos del por si acaso esa cartera que debería guardar a buen recaudo por Santo Tomás, un pelotón de curiosos donde no me hallarán... Igual cae un txakoli. Suerte que uno curra el día que nació Jesús para poder hacer de la jornada rutina, pero ahí me tendrán, ávido por escuchar otro hilo de sofismas del monarca. Tampoco voy a esperar a que un viejo carbonero asalte mi guarida porque, como buen fan de ABBA, siempre tuve un alma más nórdica y me afilié a San Nicolás. Obvio es que no creo en los reyes, sean constitucionalistas o magos, pero si alguno se despista sepa que me urge una freidora sin aceite. Solo ansío estrenar nuevo calendario mientras evitan atragantarse con las uvas de la tradicional ira familiar. Pero permítanme antes una canción: Christmas in New York, de Lea Michele. Quizás hasta recuperen el espíritu de la Navidad.
isantamaria@deia.eus