TODOS los extremos se tocan y si nos descuidamos un día se abrazan y se besan. Tiene algo muy similar esta reacción de los políticos (as) tanto a derecha como a izquierda de culpar a los demás o directamente no ejercer la autocrítica, esa señora resultona con quien nadie quiere salir a pasear. Antes fue Montero culpando a los jueces y juezas de tomar decisiones machistas y dejando en manos de esta gente tan sospechosa la unificación de criterios del solo sí es sí; también fue Ayuso, haciendo el boca a boca a ETA en las manifestaciones por la sanidad pública madrileña y a esta hora esperamos la culpa sobre la ley de bienestar animal con la falta de proporcionalidad entre maltratar a un animal y a una persona. Si es que nos gobiernan a ladridos pero si hablamos de animales ya hay cosas que poco nos asusten entre el salvajismo hacia los animales o hacerles un canesú. Porque sigue siendo una sociedad poco potable aquella que trata a los animales como personas y a las personas como animales, lo miremos por donde lo miremos. EL CGPJ, el mismo que advirtió de la ley feminista y colador que pretendía endurecer la pena a los agresores de mujeres, debe estudiar ahora si es de recibo castigar igual por lesionar a personas, mujeres incluidas, que a mascotas. Solo queda esperar una vez más al ventilador que la última semana nos procuró tanta fiesta e insulto al sentido común. A base de ladridos, ya todo es una jauría con su propia ley. 

susana.martin@deia.eus