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Mesa de Redacción

Arantza Rodríguez

Profesor vidente curandero

LA innombrable era una visionaria. De pequeña quería ser médica cajera violinista. Así, del tirón. Intuyo que predecía la que se avecinaba y pensaría que si se le atravesaba el MIR, siempre podría echar el currículo en un súper y, en el peor de los casos, tocar en una esquina del Casco Viejo. Con lo petao que está Bilbao de turistas últimamente, lo mismo sería la mejor salida. Entonces me chocó que tuviera una trivocación, pero se ve que no es la única. De hecho, como cada noviembre, como siempre y sin tarjeta, a falta de un ramito de violetas, me han obsequiado con el típico papelito en el que se anuncia un “profesor vidente curandero”. Así, del tirón. Me habrán visto cara de ignorante pringada enfermiza. “No hay problema sin solución”, dice. No sé yo. En el portal tenemos unas humedades, tipo caras de Bélmez con un toque de Ecce Homo, que no hay derrama que pueda con ellas. Me habría venido mejor un folleto de un albañil fontanero pintor, pero es lo que hay. “Gran poder africano provoca y atrae fuerza a tus vidas”. ¿A mis vidas? No, gracias. Con una voy más que servida. “Verá a sus enemigos de rodillas”. Preferiría no verles ni en pintura. “Tu pareja estará a tus pies”. Ya lo está. Le ha dado un vahído al enterarse de que suben las hipotecas. “Desintegra a los demonios del infierno”. Si fuera la grasa de la campana, todavía. “Desplazamiento posible”. Hombre, si tiene superpoderes y no el carné B2 o una Barik, ya sería sospechoso ¿no?

arodriguez@deia.eus