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MESA DE REDACCIÓN

Arantza Rodríguez

Certamen de gilipuertas

LA idea no prosperará, lo sé, pero, ya que es hora de hacer balance de Aste Nagusia, se echa en falta en el programa de actividades un certamen de gilipuertas. Por lo que me han contado, ha habido algunos sueltos con potencial para alzarse con el título mundial. Entre ellos, el tío que se disponía a orinar a un indigente porque sus amigos le habían dado diez euros. O el que amagó con tirarse a la ría por la misma recompensa. Son dos ejemplos, pero habrá habido más. Y a alguien le tendría que dar que pensar. Sobre todo, porque, de no haber intervenido otro joven con la cabeza amueblada, el primer tipo podría haber cometido una agresión. Y, aunque no la hubiera llevado a cabo, solo el hecho de que se planteara siquiera la idea deja clara su catadura moral. Y la de sus colegas, que lo azuzan y le ríen la gracia. Ni el alcohol ni la droga sirven de excusa. Otros también los consumen y no molestan a nadie. Al segundo tipo, el de me tiro, no me tiro, no le habría venido mal un empujoncito para que la próxima vez se dejara de chorradas. Porque, con la tontería, lo mismo algún ciudadano llama a emergencias y se desplaza un dispositivo para nada. Y han tenido trabajo para exportar, no solo por los robos, hurtos, tocamientos y pinchazos, sino por el resto de incidentes, desde lipotimias hasta borracheras, pasando por un incendio y el desalojo del recinto festivo. Para el mogollón de peña que ha habido, poco ha pasado.

arodriguez@deia.eus