PETER Weir dirigió una comedia romántica en la que su protagonista, Gérard Depardieu, necesitaba el permiso de residencia en EE.UU. para optar a un trabajo, aunque para ello debía contraer nupcias con una nativa, ilusionada en alquilar un apartamento disponible solo para una pareja casada. Servido el Matrimonio de conveniencia. Así se comporta Pedro Sánchez en su residencia, La Moncloa, con la altivez propia del socialismo español cuando las cosas le van rodadas, buscando empoderarse con la cooperación de Pablo Iglesias como si fuera una relación furtiva, sin compartir casa, poniendo las reglas, flirteando con Podemos cuando necesite compañero de cama y buscando alternativas si el idilio se tuerce. Con la sartén por el mango como si la ciudadanía le hubiera otorgado el reinado absoluto. Un contigo pero sin ti que ha envenenado la política estatal. Porque le ocurre lo mismo al trío de Colón, donde PP y Vox, almas gemelas, se citan para gobernar por escrito pero firmando que todo lo pactado se lleve con una discreción que ha saltado por los aires en días, y con la amante despechada, Ciudadanos, renegando del romance cuando los tres ya se han besado en público. No pasa menos en el independentismo catalán, con JxCat y ERC disimulando sus rencillas por el coste del divorcio. La de sketches que se perdió el showman José Luis Moreno con este postureo para aquellas Matrimoniadas que invitaban a la risa casposa. Como nuestros políticos.

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