Sitiados. La legislatura, el fiscal general, la tropa de Koldo, Mazón y compañía, la mujer y el hermano de Sánchez, y hasta los sobres del PSOE. En manos de las togas. Un rosario de causas judiciales a modo de polvorín desestabilizador porque arrastra paladas de pasiones enconadas en una clase política cada día más desquiciada. Tantas emociones encadenadas desbordan el vaso de la racionalidad. Y la onda expansiva de sus sacudidas supera cualquier barrera. Ahí están las instituciones, asemejando un juguete roto, asaeteadas por vetos, bastardos intereses partidistas y sometidas a un horizonte plagado de incertidumbre. El surco demasiado fértil para que crezcan las malas hierbas de Vox, la mentira hipócrita y el radicalismo, incluso mediático.
Cercados por el devenir judicial con sentencias de voltaje electrizante y en un entorno sin mayorías parlamentarias, el futuro político genera escalofríos por imposible de intuir. Tanta inestabilidad solo da pábulo a especulaciones interesadas, cuando no rocambolescas. Los motivos se multiplican. Es fácil convenir que una condena al fiscal general no solo desestabilizaría a un pilar del Estado, sino que humillaría fatalmente a Sánchez ante Ayuso para gloria del novio de ésta, un convicto defraudador y desaprensivo comisionista, y de su histriónico jefe de gabinete. Por el contrario, su absolución arrojaría al PP al rincón de la esquizofrenia, desarmaría al batallón periodístico de la derecha, pero generaría toneladas de bilis incrédulas hacia la imparcialidad de la justicia. En cualquier caso, la temida resolución asegura heridos de larga convalecencia.
También en Valencia contienen el aliento. La jueza de la dana va acotando las responsabilidades mientras se libera de burdas presiones en sus investigaciones. Se avecinan comparecencias comprometedoras. Por eso los escalofríos se sienten cada vez más cerca en el entorno de la Generalitat. Mazón ve ensombrecerse su suerte judicial. Así se explica ese refugio en su innata desvergüenza para amarrar el aforamiento. Ese mismo político insensato que envenenó la suerte de Feijóo con su precipitado pacto con Vox arrastra ahora su indignidad reclamando un sucesor sumiso en medio de ese mercado de traidores que aglutina desde hace décadas la fenicia dirección del PP valenciano.
Abascal sonríe. Tiene en su mano no solo la brújula de una poderosa autonomía sino el futuro de su rival en las urnas. Sin desgastarse. Aquel líder que decidió abandonar los gobiernos territoriales para jugarse su futuro en solitario a una carta en medio de un aluvión de críticas, incluidas muchas internas, emerge ahora cual profeta y estratega. Paradójicamente, el líder de los populares no tiene otra salida que la sumisión. Un deleite para Sánchez en medio de su calvario particular.
JUNTS, A LA DESESPERADA
Coincidiendo con los focos en el Supremo y en el funeral contra Mazón, la ruptura sin sangre de Junts no conmovió al personal como deseaban en Waterloo. Quizá su amenaza parecía poco creíble, como déjà vu. Enojados, han decidido dar una vuelta de tuerca. Bien es cierto que siguen sin atreverse al abrazo con la (ultra)derecha en una moción de censura, pero van a bloquear totalmente la iniciativa legislativa del gobierno. Deberían saber que tampoco así van a conmover ni desalentar a Sánchez. Curiosamente hasta le ayudarán a que cumpla aquella profecía de que seguiría en el poder sin necesidad de recurrir al Congreso. Gobernar sin legislar. Ahora lo puede demostrar. Sin los siete votos del clan de Puigdemont no habrá Presupuestos, los fondos europeos pueden verse comprometidos, las apuestas sociales pasarán a mejor vida, el veto para vender armas a Israel se lo llevará el viento, la vivienda seguirá siendo el problema estatal y la inmigración solo servirá para alimentar la xenofobia y no la solidaridad. No le importará al presidente. Frente al hostigamiento del bloqueo, responderá con su hábil destreza de recurrir a los decretos-ley que todo lo pueden.
Sánchez vive más pendiente del latido de los juzgados. Las sospechas crecientes sobre el feeling que la UCO detecta entre el ministro Torres y el gánster Koldo en favor de los intereses espurios del desaprensivo De Aldama causan un lógico desasosiego en La Moncloa más allá de los comprensibles desmentidos. Al igual que el indigesto paseíllo que le espera a Ábalos por la Audiencia Nacional por esos cobros en metálico en Ferraz. Así las cosas, el futuro pasa por las togas.
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