El PP se atranca
Sánchez vuelve a tener la pelota botando. El genocida Netanyahu le ha resucitado. Estaba decaído el presidente, sin pulso. Ahora sonríe, se siente capaz, recupera nítidamente el pulso político perdido. La masacre de Gaza y su mutación. Más beligerante que nadie contra la crueldad inmisericorde de Israel, envuelto junto a una gran mayoría social en la causa humanitaria, incitador consciente de la rebelión callejera, suyo es el relato de referencia para pasmo de un PP obturado. Los populares asisten desnortados, o tal vez desquiciados, ante un nuevo escenario discursivo que les erosiona y, desde luego, a la enésima resurrección imposible de su visceral adversario. Se han atrancado precisamente cuando creían ufanos que la corrupción los llevaría a la gloria. Y encima cada día más obsesionados por el viento a favor que aúpa a Vox.
Hábil y sagaz, Sánchez ha encontrado su panacea. Quizá hasta le sirva a modo de talismán. Incluso, para mucho tiempo. Tanto como duren las atrocidades de los halcones judíos. El tiempo suficiente también para gripar buena parte de las expectativas y la credibilidad –la gran asignatura pendiente– de la derecha. El líder socialista elige así el elixir ideal para levantar el ánimo de los suyos y del resto de una izquierda que todavía sigue temerosa de que su suma no sea suficiente a corto plazo o en 2027.
Alcanza tales cotas de indignación la matanza de tantos miles de inocentes que parece haberse enjugado los últimos atisbos de un evidente interés político en las últimas decisiones del jefe del Gobierno español sobre esta catástrofe. Siempre resulta harto difícil disociar a Sánchez de la rentabilidad interesada en sus gestos. Sirva de muestra que se trata del mismo dirigente que en una tarde sin dar explicaciones abandonó la causa de la saharaui tan necesitada de solidaridad y apoyo para abrazar la dictadura de Marruecos. Pero en la actual coyuntura de desgarro humanitario le respalda el dolor compartido por una inmensa mayoría social, entre ellos seguramente decenas de miles de votantes del PP. Él lo sabe. De ahí que lo aproveche para desesperación de sus rivales, empeñados en alojarse en otras realidades que, comparativamente, suenan más frívolas en unos momentos tan trágicos y sobrecogedores.
Con el férreo alineamiento exhibido, no exento de esas briznas populistas que pueden aguar algunas medidas rimbombantes, Sánchez ha volteado el tablero. En el inesperado seísmo, ha dejado a Feijóo fuera del foco en tan mollar debate. Ha ido intencionadamente a propiciar el mano a mano con Ayuso, consciente de que ésta no lo rehuiría, y evidenciar ante el espejo mediático y social las extrapoladas posiciones de la izquierda y la derecha frente al exterminio israelí. Así, tras empatar el mismo día en irresponsabilidades propias de sus cargos –uno incita a los incidentes, la otra saluda encantada al odiado equipo ciclista–, la intolerable verborrea de la juanadearco madrileña y sus prohibiciones infantiles de banderas palestinas, se han unido al inefable Tellado para arrastrar al PP a una incómoda postura de difícil asimilación. La coalición se frota las manos. Errores así nos dan vida, piensan.
SIEMPRE QUEDARÁ ZP
La UCO no ceja en su empeño. Pero Sánchez, tampoco. Ambas partes presagian sensaciones fuertes sin demora para apuntalar sus respectivos objetivos. En el ámbito de la corrupción, todas las esperanzas de la oposición siguen puestas en De Aldama, más allá del nuevo escándalo en torno al fiasco de las inservibles pulseras para maltratadores que retrata a sus impulsoras. De las numerosas grabaciones y documentos del gánster aún pendientes de desencriptar depende que el argumentario de la derecha no siga perdiendo fuelle. El recurso dialéctico de las saunas o del Tito Berni parece ya amortizado y suena viejuno en las siempre electrizantes y estériles sesiones de control al gobierno.
El presidente, a su vez, quiere apostar al todo o nada. Zapatero, su auténtico guía espiritual y suplente de lujo del encarcelado Cerdán, le ha susurrado que es posible atraer a Junts a los Presupuestos. Solo les queda, que no es poco, enjaretar esa maldita foto entre dos egocéntricos irreconciliables y aceptar algunas propuestas económicas del inefable Sánchez Llibre. Suena a pretensión quimérica, pero también la amnistía estaba rodeada de minas explosivas con solo mencionarla y, en cambio, ahí está. ZP, con el apoyo siempre estimable del lobista Pepiño Blanco en cuestiones de recaudación, puede dar a su amigo el mazazo definitivo para sentenciar al PP. Atentos.