VECINA de Usurbil que finalmente no será desahuciada de su casa gracias a un ciudadano anónimo que ha pagado los 110.000 euros que le exigían unos usureros como avalista de una deuda de su hijo por valor de la mitad de esa cantidad: Celebro infinitamente el final feliz de la pesadilla. Según lo que leemos, podrá seguir en su piso mientras viva, que ojalá sean muchos años. Aplaudo hasta dejarme las manos a su generoso benefactor. Pero no puedo dejar de sentir rabia al pensar que estas situaciones no pueden –no deben– depender de un particular con gran corazón. Porque me consta que lo suyo ha sido una afortunada excepción. Y es terrible saber que hay leyes que permiten despojar de su casa a víctimas ingenuas de buitres sin alma.