ALGUNOS días podemos permitirnos satisfacciones así. Esta vez, la gran noticia del momento (¡y que dure mucho!) no tiene que ver con las broncas políticas de costumbre, sino con un hallazgo extraordinario. Como saben de sobra a estas alturas, en Irulegi, a ocho kilómetros de Iruñea, se ha descubierto la palabra escrita más antigua en lengua vascónica de la que hay constancia hasta la fecha. Data de hace 2.100 años y, por esos caprichos del destino, es Sorioneku, que nos remite en euskera actual al término afortunado o, apurando, de buena suerte. Está inscrita en un alfabeto similar al de los iberos –perdonen que lo cuente en trazo grueso– sobre una mano de bronce que contiene otras cuatro palabras que todavía no se han descifrado, aunque ya se han identificado varias de las letras.

No crean que se trata de algo que ocurrió anteayer y nos contaron ayer. Con la diligencia que caracteriza a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, se ha esperado el tiempo suficiente para comunicar la buena nueva. El precedente de las falsas inscripciones de Iruña Veleia invitaba a la cautela. Ahora, tras la intervención de especialistas de numerosas instituciones locales y foráneas, queda acreditada la certeza de un descubrimiento que hará revisar varias teorías y, con suerte, algunos prejuicios. Sabemos, de partida, que los vascones asentados en este paraje de Nafarroa ya manejaban la escritura muchísimo antes de lo que estaba acreditado. Como dijo la presidenta, María Chivite, que tuvo el buen tino de avalar la investigación con su presencia en la presentación, “lo más apasionante es que esto es solo el comienzo”. Ojalá.