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La vuelta de Javier Vizcaino

Javier Vizcaíno

Pitadas, según a quién

NO deja de sorprenderme que cada año, en formato prepandémico, pandémico o pospandémico, la exaltación de la rojigualdez del 12 de octubre tenga como actividad de máximo relieve la pitada al presidente del gobierno español de turno. Mayormente, si es del PSOE, que, aunque según me refrescan la memoria, a Rajoy también le cayó algún chiflo, cuando los asistentes se dejan la garganta y los pulmones de verdad es frente a un inquilino de Moncloa con el carné del partido que fundó el Pablo Iglesias original. Si los abucheos a Rodríguez Zapatero en los tiempos en que negociaba con ETA fueron de pantalón largo, los que le dedica la parroquia desfilera a Pedro Sánchez suben los decibelios a la estratosfera. Y, últimamente, además, con el añadido de frases punzantes, entre las que ha hecho fortuna el ripio “¡Que te vote Txapote!”. Casi es humanamente compresible que el tipo se esconda bajo las faldas del rey para evitarse el trago, aunque luego el remedio sea peor que la enfermedad, pues acaba teniendo la barrila igual y, de propina, le ponen a caldo por hacerle un feo a su preparada majestad.

Como remate, la de si son galgos o podencos. La bandería diestra se pone exquisita y glosa la bronca como la muestra del hartazgo de toda todita toda la ciudadanía. En el lado progresí, sin embargo, se echan pestes sobre no sé qué falta de respeto a la autoridad que encarna la representación popular. Lo divertido a la par que ilustrativo es que si estuvieran los papeles cambiados, también se mutarían los argumentos. Personalmente, preferiría que no se dieran estas situaciones. También les digo que si se dan, duermo igual. l