Cinco ministras y un ministro en la cabeza de la pancarta del Primero de mayo, como si vistieran buzo de lunes a viernes. Eso es ponérselo en bandeja a la armada diestra de la pluma, que se ha dado un festín de trabucazos contra los sindicatos convocantes.
"Hay una casta de sindicalistas que ha podido contar con buenos sueldos y enormes recursos para sus actividades"
“La servicial casta sindical”, titula Francisco Marhuenda su homilía en La Razón. Según el director de diario azulón, las centrales no es que se alquilen, sino que directamente se venden: “El «maná» no ha dejado de fluir y hay una casta de sindicalistas que ha podido contar con buenos sueldos y enormes recursos para sus actividades. Yolanda Díaz tiene su sindicato en propiedad, Comisiones Obreras, que la acoge al grito de «Presidenta, Presidenta…». Al PP le montan huelgas y conflictos mientras que al PSOE alguna huelguecita para cumplir el guion. A los primeros con alegría y a los segundos con resignación. Por todo ello, UGT y Comisiones están para ayudar al gobierno socialista comunista y su continuidad. Es bueno que Feijóo no lo olvide”.
En otra página del mismo periódico, José Antonio Vera hace bis con del dinero doblegador de voluntades: “Saca pecho Sánchez al jactarse de que «nuestro país disfruta de la mayor paz social de Europa». Tiene razón. Aquí los sindicatos están tan entregados al Gobierno que parecen parte del mismo. Yolanda es tan ministra como sindicalista de Comisiones Obreras, y bien que se ha ocupado de que sus camaradas se sientan perfectamente cobijados bajo el paraguas de la subvención estatal”.
Y por ahí va también el kitcheniano Jorge Fernández Díez, de cuyo apunte lo más interesante es que parece reclamar que haya gresca en las calles: “Que los sindicatos se manifiesten junto al gobierno en esta jornada tradicionalmente reivindicativa es una originalidad más del sanchismo, que para eso les ha multiplicado las subvenciones. Algunos malpensados dirán que les compra su silencio y puede que tengan razón tras oír a los secretarios generales de UGT y CCOO como auténticas correas de transmisión de las consignas sanchistas contra los empresarios. Eso lo hacían ayer en Madrid, mientras en Paris y en casi todas las capitales europeas se manifestaban con reivindicaciones laborales contra el respectivo gobierno”.
"Se inhiben por afinidad sectaria con Sánchez y porque el régimen se ha cuidado de aumentarles sus subvenciones"
No crean que es el único amanuense de orden que aboga por el desornden. Aquí tiene a Luis Ventoso, subdirector del ultracatólico El Debate, llamando a las barricadas: “Mientras en Francia o el Reino Unido se viven fuertes movilizaciones en defensa de la capacidad adquisitiva de los asalariados, aquí Pepe el de los fulares –un asturiano reconvertido en nacionalista catalán– y Unai Sordo se dedican a tocar la lira. Se inhiben por afinidad sectaria con Sánchez y porque el régimen se ha cuidado de aumentarles sus subvenciones a fin de comprar su abulia”.
Pablo Planas, en Libertad Digital, vuelve con lo de la pasta y los gustos caros de los líderes sindicales. “Estajanovistas de chupar cabezas de gambas”, los llama en el encabezado de una pieza en la que les atribuye otras características: “Sordo y Álvarez son ahora el yolansanchismo de igual forma que se pusieron al frente de las manifestaciones separatistas en Cataluña dirigidas por otros tremendos trabajadores como Artur Mas, Puigdemont y Junqueras, unos titanes del sector de las elites extractivas, compañeros todos de no dar palo al agua, de inventarse derechos y de llevárselo crudo”.
El editorialista de ABC se suma a la legión de mesadores de cabellos: “Ni un solo reproche al Gobierno, con el que los sindicatos comparten pancarta cada 1 de Mayo para desviar el tiro de la crítica hacia los empresarios, en algunos casos con nombre y apellidos. Los trabajadores no solo son víctimas del proceso inflacionista y del parón de la actividad económica, sino de unos sindicatos que han desatendido la función de exigir al Ejecutivo su parte de responsabilidad en cualquier crisis”.
Desde su atalaya de El Español, Pedro J. Ramírez advierte de que no son pocos los obreros que votan a la derecha: “Es evidente que el centroderecha y la ultraderecha van a disputarle a los socialistas el prurito obrerista y el voto trabajador, y no sin fundamento. Que los partidos de izquierda se congracien de forma tan impúdica con los sindicatos, y la crisis de representatividad y credibilidad de las organizaciones sindicales tradicionales, sólo servirán para apuntalar esta tendencia”.
"Y estos tíos dicen que son nuestros representantes, estos, los sindicalistas de coches lujosos, de viviendas lujosas, de ingresos lujosos"
En Vozpópuli, con más ricino, Miquel Giménez se desahoga: “Y estos tíos dicen que son nuestros representantes, estos, los sindicalistas de coches lujosos, de viviendas lujosas, de ingresos lujosos – y desconocidos -, los que pueden hundir a un pequeño empresario porque no hay pelendengues de plantarle cara a las Botín de España, que ahí tocamos hueso y no vaya a ser que se enfaden quienes mandan de verdad. Y, además, diciendo que son de izquierdas, que están en el lado correcto de la historia, que los fachas somos los demás y que son intocables”.