A nada que quien lea esto tenga cierta edad habrá oído la canción de Joan Manuel Serrat que dice algo así como “Cada loco con su tema./Contra gustos no hay disputas./Artefactos, bestias, hombres y mujeres,/cada uno es como es;/cada quién es cada cual/y baja las escaleras como quiere (...)”. Es partidario, se acuerdan, de las voces de la calle antes que del diccionario; le privan más los barrios que el centro de la ciudad. Y prefiere los artesanos antes que la factoría, la razón más que la fuerza, el instinto por encima de la urbanidad. Remata la estrofa quedándose con un siux antes que el Séptimo de Caballería.
Me he dado el capricho de recordarles las ideas que sobrevuelan la canción de Serrat ahora que acabo de leer un puñado de ideas elegidas por el pueblo para el Presupuesto Participativo, un proceso abierto por el que los vecinos y vecinas de Bilbao pueden realizar sus propuestas sobre cómo emplear una parte del presupuesto municipal. Están reservados dos millones de euros destinados a las propuestas que se reciban en el proceso anual abierto con carácter previo a la elaboración del Proyecto de Presupuesto Municipal. Tiempo atrás de este proyecto nació la idea de Open House, una forma de conocer algunos de los rincones más reseñables de Bilbao con guías pormenorizadas al dedillo.
Más allá de ideas vinculadas con las mascotas y el tráfico, aparecen un gallinero, chorros de agua fresca para combatir el calor, una estatua a Don Celes, regalar bombillas led a quienes más reciclen el contenedor marrón o un congreso del silencio. De todo ese maremagnum algo saldrá en limpio. Lo que fuese deseable es que las ideas que resulten elegidas suenen apetecibles para un porcentaje reseñable de la población. Lo hermoso es que varias mentes se pongan a la vez en marcha y den en el clavo.