HE aquí una rareza: lanzar un canto a la nostalgia para mirar hacia el futuro. A nada que tengan cierta edad se acordarán de él, de Super Ratón, que acababa todas sus aventuras en formato de dibujos animados con el mismo mensaje: “¡No olviden supervitaminarse y mineralizarse!”. Era un tiempo lejano, a caballo entre los años 60 y los años 70 del pasado siglo y cuadraba con la realidad: los minerales y las vitaminas son el combustible para el buen funcionamiento orgánico, así como para la prevención y el tratamiento de enfermedades
Ese retomar continuo del Guggenheim de Urdaibai, algo que parecía pura fantasía Disney cuando comenzó a sonar y que hoy tiene visos de convertirse en una apuesta mayúscula para el progreso del territorio es algo común. Está previsto que su llegada suponga una vitaminización económica y cultural para ese reino de la naturaleza, de eso no cabe duda. La idea ahora es mineralizar los suelos, sacudirle los venenos de los suelos industriales y provocar una recuperación medioambiental regenerando la marisma, hoy día resecada; descontaminando el acuífero de Gernika, liberando los edificios y los suelos de emisiones de carbono. La obra principal del museo, ya ven, será recuperar la salud de aquellas tierras tan hermosas.
“El cuerpo humano no está hecho para los años que uno podría vivir”, nos dijo, con clarividencia, Gabriel García Márquez. No ocurre lo mismo con la tierra que, a base de revitalizaciones que contrarresten a las contaminaciones, parece inmortal, al menos hasta que no llegue esa gran explosión que nos lleve a la extinción de la tierra de la que hablan los agoreros cuando se fijan en el futuro del planeta. La tierra es un planeta superviviente. Y así como el ser humano es capaz de devastarla, también puede recuperarla para la vida. El Guggenheim Urdaibai parece que tiene ese propósito.
Los gestores de este proyecto, privados y oficiales, corren un riesgo. En este caso el continente es de una maravilla tal que dudo mucho que existan contenidos artísticos que sean capaces de superarles en belleza. Con todo, la belleza, como ustedes bien sabrán, es una cuestión de gustos y esta combinación puede dar jugosos frutos: a los amantes acérrimos de la naturaleza les van a mostrar las capacidades de la mano humano y a quienes les apasiona el arte en toda su expresión pueden conquistarles una puesta de sol o el vuelo de un pájaro.