LOS océanos están sufriendo una extraordinaria presión en forma de contaminación constante y creciente que resulta de todo punto insostenible e inasumible. Una las mayores amenazas para nuestros mares es la proliferación de plásticos en forma de materiales de muy diverso tipo, entre los que destacan objetos de uso cotidiano por parte de la ciudadanía, de los que las bolsas de plástico son un exponente muy visible, pero no único. Se estima que cada año más de ocho millones de toneladas de plástico terminan en el mar, amenazando muy seriamente la fauna y contaminando las aguas por muchos lustros, lo que a la larga deteriora de manera considerable el planeta y la propia salud humana. El Parlamento Europeo considera que más de 150 millones de toneladas de plástico han inundado ya nuestros océanos -lo que supone más del 80% de la basura marina- y se incrementa a un ritmo de entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas al año. En Euskadi, se generan anualmente 350.000 toneladas de residuos plásticos, el 42% de ellos urbanos, según datos del Gobieno vasco. Son hechos y cifras realmente preocupantes, que -en una jornada como la de ayer, en la que se celebró el Día Internacional de los Océanos- invitan a una reflexión general sobre nuestro estilo de vida y su impacto en el medio ambiente pero también sobre las medidas a tomar para frenar el deterioro de nuestros mares y costas, que en muchos casos amenaza con ser irreversible. La obligatoriedad del cobro de las bolsas de plástico por parte de los comercios ha sido una medida muy limitada tanto para el freno en el uso de estos productos como de la concienciación ciudadana. El Parlamento Europeo, en una decisión que puede considerarse histórica, aprobó a finales de marzo establecer a partir de 2021 la prohibición de la venta de productos de plástico de un solo uso, como pajitas, platos, cubiertos, vasos y bastoncillos. Ese es, sin duda, el camino a seguir. Pero deben establecerse más medidas, sobre todo respecto a la exagerada proliferación de envases en todo tipo de productos -alimenticios o no- que inundan nuestros mercados, en muchos casos de manera totalmente innecesaria. Con medidas eficaces para limitar y reducir la fabricación, comercialización y uso de plásticos, así como la concienciación ciudadana y mayores tasas de reciclaje podría darse un paso de gigante par evitar el grave deterioro de los océanos y, en definitiva, del planeta.