ONTRADECIRSE es sano e inevitable. Nuestras contradicciones certifican la inestabilidad de las creencias y lo sinuoso de la búsqueda de la verdad. Que las leyes afirmen la igualdad entre hombres y mujeres pero que no se cumpla es una contradicción. Las corridas de toros también lo son. Y la inviolabilidad del rey en una sociedad democrática. Lo que nos conduce al conflicto. Los alardes de Irun y Hondarribia, el 30 de junio y 8 de septiembre, respectivamente, siendo celebraciones festivas, presentan una triple contienda: de discriminación femenina en los desfiles, de tradición contra evolución y una brecha generacional. Algo se comprende si se vive en una de esas localidades, pero resulta absurda para los foráneos. ¿Pero allí no va todo el mundo disfrazado?

Nuestra televisión pública, un poco tarde, ha tenido la idea de llevar esta paradoja vasca a una serie que podremos ver en ETB-1 en otoño. Como este año no hay marchas, quedarán reflejadas en la historia de Amaia, profesora y líder de un sector vecinal, combatiente por el derecho a participar en igualdad y superar el veto a las mujeres. La clave estará en el guion. No caben equidistancias. ¿Quiénes serán los buenos y quiénes los malos? ¿Ganará el Betiko Alardea o el alarde mixto? ¿Las autoridades escurrirán el bulto?

Más allá de que se tengan en cuenta las razones de unos y otros a través de los distintos personajes, la historia deberá optar entre apoyar la participación igualitaria o respaldar la antigua usanza. Es impensable un desenlace ecléctico: uno de los sectores tiene que perder. Y así, la ficción enfadará a los tradicionales y contentará a quienes desean el triunfo de la igualdad. Si el debate recogido en el relato no tuviera influencia social, la serie habrá sido fiasco. Y nos la podríamos haber ahorrado. A ver qué y cómo nos la cuentan.