E Marcos se va quedando solo en el sentido de que a su alrededor apenas queda nadie que como él haya cubierto la última década en el Athletic. Con 31 años cumplidos en abril inicia su duodécima campaña con la posibilidad abierta de que se trate de la última, pues su contrato expira al final de la misma y ya está advertido de que su continuidad está supeditada a la cuota de protagonismo que logre en la competición. Lo explicó ayer con nitidez para despejar cualquier duda o debate. "A cada uno se le juzga por el rendimiento y no quiero que me regalen nada", soltó. De modo que en principio, la competición dará o quitará razones.

Esta no es la primera ocasión en que De Marcos se halla en una encrucijada. La anterior queda muy lejos dado que coincidió con sus inicios, cuando era un meritorio al que después de un curso, el de su estreno como rojiblanco, donde hizo unos números bastante interesantes, en el siguiente se vio relegado y disfrutó de muy contadas oportunidades. Su progresión experimentó un frenazo en seco que le indujo a cuestionarse si merecía la pena seguir en el club. No fue el único miembro de la plantilla de parecidas características, por edad y por presencia, en dicha situación, pero lo cierto es que De Marcos barajó entonces buscar una salida de inmediato en vista de la escasa estima que le transmitía el cuerpo técnico.

El cambio de entrenador provocado por las elecciones celebradas en el verano de 2011 evitó su marcha (y la del otro compañero que ya se veía fuera) y además fue determinante porque transformó de raíz su papel. Con la inmensa mayoría de los mimbres de la campaña precedente y un par de novedades, Bielsa llevó a cabo una especie de revolución que afectó a nombres, posiciones, mentalidad, estilo e imagen colectiva. De Marcos alcanzó su cénit profesional. Durante un lustro se convirtió en un futbolista muy apreciado, el clásico elemento indispensable que compensa sobradamente un discreto repertorio técnico con un despliegue descomunal y una comprensión del juego que le permitía desarrollar diversas funciones con nota.

En la etapa de Valverde siguió siendo alguien importante y gozó asimismo de la estima de Ziganda. Sin embargo, las lesiones aparecieron en su camino, lo que le hizo perder parte de la pujanza que le había distinguido. También en el primer año de Garitano tuvo un peso específico relevante, a la chita callando terminó como el sexto jugador más utilizado, pero regresó a la enfermería y en la campaña anterior firmó la peor estadística de su carrera, si se exceptúa la correspondiente al año de despedida de Caparrós.

En efecto, como él mismo comentó ayer, ha vivido de todo en el Athletic, donde figura por derecho como un referente dentro y fuera del campo. Sus opiniones siempre merecen la pena ser escuchadas. Sin ir más lejos, el recordatorio de que le debe al club el privilegio de haber formado parte del mismo a lo largo de una docena de campañas. Reflexión que no realiza de cara a la galería, al igual que es firme su intención de prolongar el vínculo a partir de una aportación que está en condiciones de realizar.

De Marcos posee argumentos para ser una pieza muy útil: experiencia, saber estar y físico, al margen de que se encuentra en una buena edad para participar con asiduidad. Su futuro depende en gran medida de las decisiones que adopte el entrenador, al que está en condiciones de convencer, pero habrá que ver cuál es la gestión del grupo. El calendario que se avecina más que sugerir obliga a una distribución de esfuerzos diferente a la ya practicada hasta la fecha. La salida de bastante gente veterana se está asociando al salto de los jóvenes. Sí, vienen a ser las dos caras de la misma moneda, lo que no quita para que se aproveche al máximo el capital que representan aquellos hombres con un bagaje tan extenso como De Marcos. Su renovación dentro de diez meses sería una noticia positiva para él y para el equipo. En la actual plantilla no abundan tipos de su perfil.