L domingo celebramos Aberri Eguna. Otro año en el que nuestras aspiraciones nacionales tienen que mirar al mañana; pues lo conseguido nada tiene que ver con lo deseado, ni con el derecho que asiste al pueblo vasco, simplemente por existir, a definir y desarrollar su propio Estado.

En el tablero de la fragmentación territorial y administrativa entre Iparralde y Hegoalde; y, a su vez, de Nafarroa y los otros tres territorios de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, la realidad política nos muestra, una y otra vez, falta de entendimiento entre las fuerzas nacionales vascas. Lo que hace pensar en un futuro nada halagüeño.

Lo más preocupante de esta situación actual no sería para tanto si realmente estuviéramos en el camino; con un itinerario y rumbo claro de unidad nacional, que dejara atrás el cortoplacismo y el aprovechamiento espurio individual en la acción política. Lo verdaderamente alarmante es que ni siquiera intuimos esos esfuerzos para los que un pueblo resistente como el nuestro estaba antes preparado. Hoy, simplemente, parece que no estamos y no queremos.

Al igual que el egoísmo y el individualismo, el altruismo es parte de la condición humana. En política se ven todos ellos, el problema es hacia qué lado se inclina la balanza, porque afecta a nuestra historia inmediata y, por supuesto, al devenir de la nación vasca.

Quiero evitar transmitir una mirada nostálgica y poco inteligente a nuestro pasado reciente. Pero, para quienes crecimos en la admiración a Agirre, Basaldua, Irala, Intxausti, Landaburu, Saseta... y a tantas mujeres silenciadas por las historias oficiales, como Karmele Errasti, Polixene Trabudua, Haydée Agirre, Sorne Unzueta o las de la Red Álava entre otras, nuestro día nacional va más allá, y exige compromiso en la acción.

Aberri Eguna, de enormes connotaciones emocionales y políticas, mueve a la reflexión. No vale hinchar pecho y gritar bien alto "gora Euskadi Askatuta!!!". Para hacer patria, hay que ganar las elecciones pero, sobre todo, generar ilusión en la ciudadanía, acordar y pactar la hoja de ruta hacia la independencia, huyendo de la comodidad y la disculpa del no se puede hacer más o del pacto que asegura el negocio y la seguridad egoísta.

En un país ejerciente de sus derechos, la confrontación política puede mirarse bajo el prisma normalizado del lío y aprovechamiento electoralista, en el nuestro, que se encuentra todavía lejos de ello, deberían primar el acuerdo y la entrega generosa. Perdónenme mi atrevimiento, no pretendo dar lecciones a quienes están en primera línea política, sino apoyar concienzudamente a quienes sigan por la difícil senda de construir país. Aquello que Sabino Arana definió con una simple frase: Euskotarren aberria Euskadi da.

Dice la esperanza: un día

la verás si bien esperas.

Dice la desesperanza:

solo tu amargura es ella.

Late, corazón, no todo

se lo ha tragado la tierra. (Antonio Machado. Campos de Castilla).