ha tirado 2,40€ a la basura", te acusa tu cubo de desperdicios; son vertederos, pero no pasivos, sino digitalizados en el control de lo que se tira. Identifican, valoran y traducen a euros el costo de lo que has tirado. Avisan, o tal vez acusen, de nuestro despilfarro, con informe detallado de tus sobras arrojadas al cubo. Existen estos cubos de basura inteligentes digitalizados y tal vez sea un medio para reducir los cerca de 1.250 millones de kilos de comida que se desperdicia al año en España. En el mundo se desecha un tercio de la comida producida, transportada, comercializada y elaborada pero no utilizada: un billón de euros al vertedero. Ofendemos gravemente a los 800 millones que no comerán hoy, pero también a nuestros bolsillos y a la economía comunitaria.

Tiramos comida? y ropa. ¿Han revisado su armario? Y aun así: ¿Han salido de rebajas a cazar otro conjunto? Entre 2000-2016 la población aumentó un 20%, pero al ritmo de la moda rápida, usar y tirar, la producción de ropa se duplicó. Consecuencia, en 2015 fueron a la basura unos 400.000 millones de euros en forma de camisas, pantalones, chaquetas? ni un 20% de lo que se tira o dona tiene una segunda vida. Usar más, comprar menos, tal vez alquilar, arreglarla? ¿Cuál es la solución idónea? Cualquiera de ellas mejor que tirar y comprar nueva. No es solo cuestión moral y de pensar en quienes no tienen para vestirse, sino una pérdida económica contante y sonante, para cada uno y para la comunidad.

Es probable que usted no tenga ya el mismo móvil ni ordenador? que el año pasado. La obsolescencia programada enseña su patita. Puede que usted sea responsable y los lleve a un garbigune, pero en el mundo solo se recicla una quinta parte de los residuos electrónicos, y del cobre que utilizamos solo se recupera un tercio? El resto se consigue en la mina: extracción-gangas, transporte-CO2, transformación-desechos, uso? y vuelta a empezar la ruta del desperdicio.

Habrán visto los contenedores con los residuos de materiales de las casas: cemento, baldosas, piedra... Ni pensar en reutilizar esos materiales y mucho menos en construir con materias reciclables para años después reutilizar. Todo a la escombrera. Para qué hablar de los residuos industriales. Echo en falta una simbiosis empresarial que fomente que unas empresas utilicen en cadena los desechos de otras, llegando a un final donde lo arrojado al vertedero sea mínimo.

Las emisiones de CO2 siguen aumentando y la demanda de recursos naturales se duplicará de aquí a 2050. Generamos exceso de basura, perdemos dinero, ocupamos espacios naturales, producimos contaminación química/biológica y en ocasiones se producen accidentes dramáticos como el de Zaldibar, porque además de producir mucha basura, se gestiona mal. Pero no creo que seamos malvados, sino más bien algo estúpidos.

La rápida expansión mundial del coronavirus evidencia que nuestra Tierra es finita, de recursos limitados, y que cuidar el medio no es parar el progreso ni retraer la economía, sino buscar nuestra prosperidad en la generación de una potente economía circular. Otra opción sería emigrar a un exoplaneta habitable o enviar la basura a la luna. También podríamos tomar de referente el miércoles de ceniza -memento homo, quia pulvis eris et in polverem reverteris-, en la creencia de que así ya aportamos lo suficiente al ciclo de la vida.

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