O se trata de una pasión desenfrenada, ni siquiera de una atracción física incontrolable. El amor que hoy les pongo sobre la mesa toca más bien a las cosas del querer, es un apego y un afecto, un sentimiento que nos hace felices, cada cual en su momento. Si uno escribe que ayer fue un día señalado para expresar, cada cual a su manera, el amor a la parroquia, no se desvía demasiado del sendero de la verdad. Así, cuando uno escucha la noticia de que Bilbao pondrá en marcha más de 124.000 bonos de hostelería a partir de mañana, siente que se aliviará el peso de la bolsa de la parroquia, forma coloquial de nombrar a los peregrinos que caminan hacia bares y tabernas en busca de la vida compartida y feliz. Les saldrá a cuenta acercarse con uno de esos bonos de descuento que saciará la sed de sus bolsillos.

Otra parroquia, más íntima, es la que nos llama de las alturas de Bilbao, desde la basílica de Begoña, hacia donde también peregrinarán hombres y mujeres en su tradicional romería de octubre. Ayer se supo que Irene Díaz será la nueva romera de honor de la Amatxu de Begoña. Realizará peregrinación por celestiales y a su lado caminará el pueblo que desea mantener viva la tradición y la devoción por la Amatxuque viene a ser lo mismo que una devoción por Bilbao, por Bizkaia entera. La travesía hacia las alturas conlleva una sensación única: la de realizar una escalada casi espiritual.

Veámoslo en su conjunto: bares que agilizan el tránsito a la vida alegre del alterne y escaleras que te llevan a un sentimiento particular de protección que habita en la parroquia mahatsorri. Cómo no pregonar un amor puro a la parroquia, cómo no celebrar el regreso a las viejas tradiciones y costumbres que han perfilado, durante años, el retablo de un Bilbao chirene y propio. Ayer, ya digo, sonó el pistoletazo de salida. Y a los sensibles les corrió, nos corrió, un escalofrío de emoción ahí dentro, entre los sentimientos.