OS esclavos del siglo XXI, que somos la inmensa mayoría a día de hoy, están, estamos, controlados con leyes, miedo, enfermedades, democracia y con la ignorancia que nos rodea... Nos dicen que las leyes son para protegernos, que el miedo es nuestro compañero de viaje y que las vacunas son la medicina que calma los espíritus inquietos. Visto lo que hemos visto en los últimos meses, debiéramos estar ya vacunados de espanto. No en vano, la mayoría de la población rara vez ha vivido momentos como los actuales y ahora, cuando a esta extraña realidad vírica que nos rodea se le añade la llegada de la gripe de temporada y se anuncia el despliegue de sus respectivas vacunas, uno ya siente un nosequé en el pecho. Tantos días escuchando que la solución al coronavirus estaba en la vacuna que la llegada de los antídotos contra la gripe corren el peligro de confundirnos y creernos que nos acercamos a la puerta de salida.

No es así, no. La convivencia de la gripe común con el coronavirus invita a la ceremonia de la confusión, así que desde Osakidetza han lanzado las líneas maestras de una estrategia con la que se defina un plan de prevención preciso. En los otoños de ayer se confundían las huellas de la gripe con la melancolía de los románticos en otoño. Ya no quedan de esos, pero la confusión es más peligrosa aún. Si a uno le señalan como coronavírico saltan las alarmas cuando no debieran.