AVISOS y alertas amarillos y naranjas que anuncian feroces tempestades y un agradable sol de otoño de media tarde que confunde a la previsora gente que se planifica el día al dictado de la meteorología. ¿Sacaré el paraguas o los pantalones cortos?, se preguntan los indecisos. He ahí una metáfora que encaja a la perfección con lo que estamos viviendo estos días, estas semanas, estos meses, un claro ejemplo de incertidumbre que salta de la naturaleza a la condición de la vida humana. Vamos, que buena parte de la ciudadanía no sabe qué hacer ni cómo ante días en los que crecen los contagios o en los que reducen los delitos; semanas en las que tiemblan los comercios o momentos en los que da la sensación, sentado en una terraza y agarrado a la cintura de una cerveza, que ha vuelto la normalidad tan aburrida, tan añorada.

La pregunta, por tanto, es aquella que nace de un viejo juego de palabras: ¿se avecina la tormenta o se atormenta la vecina? Es probable que ocurran ambas cosas y es posible que no suceda ninguna de las dos. E incluso quizás no veamos ninguna de las dos estampas. En días como hoy, como ayer o como mañana no sabemos bien qué hacer. Un buen consejo es el de la supervivencia. El único posible.