LA puntualidad es la cortesía de los reyes, decía el Rey Sol, Luis XIV. Es, asimismo, el deber de los caballeros y la necesidad de los hombres de negocios dijo el hombre coronado con toda la seriedad como la vivía en su espíritu. E s difícil mostrarte confiable cuando la gente tiene que esperarte, dijo el escritor inglés del sigo XIX Samuel Smiles. Una idea que encaja como un guante con proyectos de primera magnitud como el estreno de Termibus, a tropecientos por hora, para llegar hasta el mes de octubre.

Se trata de una de las 120 acciones que se comprometió a cumplir en los próximos cien días el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, habida cuenta que el edil bilbaino recordó, al menos con sus actuaciones, que lo convenido debe ser cumplido, convencido de que más vale un toma, que dos te daré. En esa verdad se mueve al alcalde botxero. No en vano, bienaventurado sea aquel que no promete, sino que hace y lo que hace lo hace con toda la buena intención del mundo que se acostumbre a cumplir los plazos calculados, en este caso en el octubre que por ahí asoma, a la mismísima vuelta de la esquina.

El cumplimiento de la fijada fecha en octubre además viene marcado por la obligación que tiene el Ayuntamiento de dejar libre la parcela de forma triangular donde ahora mismo presta servicio la Termibus provisional y que en tiempos venideros ha de desaparecer para dejar hueco libre, habida cuenta que Bilbao pretende desarrollarse a tiempo. Los papeles aseguran que los promotores de la obra han de pagar a la ciudad si no cumplen con los cálculos, una recaudación que no desea cobrar la ciudad. Los cálculos son dar en el centro de la diana para consttruir una ciudad que se desarrolla con la fuerza de la voluntad, la más poderosa de las energías. No en vano, se quiere crear un Bilbao moderno y a tiempo antes que un Bilbao con retraso y enriquecido, lo que sería un paso atrás.