DURANTE años, muchos años, solo la torre Eiffel, el Big Ben o los canales de Venecia eran capaces de plantar cara, con más o menos solvencia, a la todopoderosa climatología, donde el sol y sus bonanzas ejercían de comandante en jefe en un ejército capaz de capturar (y de cautivar...) a millones de turistas, que año tras año parten como la aves migratorias: en busca de las condiciones atmosféricas más ventajosas. Bizkaia no es una de esas tierras seguras que garantizan poder vestir en mangas de camisa y pegarse un refrescante baño (el Cantábrico no gasta temperatura de balneario...) vayas cuando vayas, y sin embargo el territorio ha logrado exponer las mil y una razones que garantizan la recreación de los ojos y el paladar, la diversión en banda ancha o cualquier otro atractivo que se cace al vuelo para exponerlo en estas tierras. Los turistas vienen a costa de un trabajo estajanovista que se ha librado en la trastienda para exhibirlo en el escaparate del territorio como si fuese lo más natural del mundo.

El turismo favorece el contacto del ser humano con la naturaleza y con las variopintas culturas, promueve la revalorización de los recursos ambientales y presenta las bellezas de la creación y de la artesana mano del hombre como una herencia común de toda la familia humana. Es bien sabido que viajar es fatal para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente, así que desde Bizkaia se lanza ese mensaje: preócupense de esas dolencias visitándonos desde otras tierras para aliviar la carga del monótono día a día y sus pesos. Es una buena llamada.

Se puede saber mucho de una ciudad por la manera en que trata a sus visitantes, dijo Mary Knight Potter. Y Bilbao -qué digo Bilbao, Bizkaia entera...- es un anfitrión de primera magnitud, tierra de acogida cuyas bonanzas se pregonan a los cuatro vientos. Es por ello -y por la decisión de buscar historias de son universal que enriquezcan los tesoros ya existentes de per sé...- por lo que Bilzkaia ha logrado ese efecto cautivador que ha hecho del turismo fuerza emergente.