A concluido la Conferencia sobre el futuro de Europa, una idea lanzada en la Universidad de la Sorbona en 2017 por el presidente Macron, que durante un año ha debatido sobre las ideas de mejora de la UE. Este ejercicio sin precedentes de discusión, debate y colaboración entre ciudadanos y políticos culmina con un informe. Este plantea 49 propuestas que incluyen objetivos concretos y más de 320 medidas a aplicar por las instituciones de la UE, agrupadas en nueve áreas temáticas: cambio climático y medio ambiente; salud; una economía más fuerte, justicia social y empleos; la UE en el mundo; valores y derechos, Estado de derecho, seguridad; transformación digital; democracia europea; migración; educación, cultura, juventud y deporte. Las propuestas están basadas en recomendaciones de los ciudadanos que se reunieron en Paneles europeos de ciudadanos, los Paneles nacionales y las ideas recabadas en la plataforma digital multilingüe.

En el capítulo referido a lucha contra el cambio climático y medio ambiente, se realizan seis recomendaciones. La primera hace referencia a la producción de alimentos segura, sostenible, justa, climáticamente responsable y asequible. También se plantean medidas para proteger y restaurar la biodiversidad, el paisaje y los océanos, y eliminar la contaminación. Respecto a la crisis energética, requieren la mejora de la seguridad energética europea y lograr la independencia energética de la UE al tiempo que garantizar una transición justa y proporcionar a los europeos energía suficiente, asequible y sostenible. Además, se deben proveer infraestructuras de alta calidad, modernas, verdes y seguras, con conectividad, incluidas las regiones rurales e insulares, en particular a través de un transporte público asequible. Se aboga por construir una economía circular promoviendo una UE sostenible en productos y producción. Para ello, se debe fomentar el conocimiento, la sensibilización y la educación de la ciudadanía.

En Salud, los ciudadanos piden una política común europea que garantice el acceso de todos a sistemas sanitarios más resistentes y capaces de hacer frentes a situaciones como la pandemia sufrida. Respecto a la situación económica, queda claro que necesitamos una estrategia global para garantizar un mayor bienestar de los ciudadanos europeos en los diferentes aspectos de sus vidas. Algunos cambios ya están recogidos en las políticas y programas en marcha, pero otros requerirían reformas de los Tratados. Los ciudadanos, asimismo, proponen abordar los desafíos derivados de la transición demográfica, como un componente de la resiliencia general de Europa, en particular las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento constante de la población, asegurando el apoyo a las personas a lo largo del ciclo de vida. Se pide también que la UE cuente con más recursos propios fortaleciendo sus presupuestos. Exigen reducir la dependencia externa industrial en sectores clave como productos agrícolas, bienes económicos estratégicos, semiconductores, productos médicos, tecnologías digitales y energía.

Los ciudadanos piden acabar con el derecho de veto de un Estado en política exterior, mejorando su capacidad para tomar decisiones rápidas y eficaces, en particular en la Política Exterior y de Seguridad Común, hablando con una sola voz y actuando como un verdadero jugador global, proyectando un papel positivo en el mundo y marcando la diferencia en respuesta a cualquier crisis. Solicitan que se defienda el Estado de Derecho en la UE como pilar principal del proyecto europeo y que se abran procesos más participativos para la elaboración de los planes y políticas de la Unión. El repertorio de medidas que se proponen para cada uno de los 49 objetivos es amplísimo y muy variado. En todo caso, el ejercicio de escucha y de debate de los europeos ya se ha llevado a cabo, con mayor o menor éxito. Ahora los políticos se acercan al borde del precipicio, pues, deben tomar decisiones a la vista del informe de la Conferencia. No satisfacer sus propuestas podría suponer un desencanto mayúsculo que pondría en serio riesgo futuro a la UE. En sus manos está la decisión pero los europeos ya han hablado. l