O he escuchado a nadie de los alborotados por la propuesta de que Andoni Aldekoa sea el próximo director general de EITB cuestionar sus capacidades como gestor de una sociedad pública. Daré por hecho que en eso le aprueban todos puesto que tiene una trayectoria larga en ese campo que han podido valorar. En cambio, hay un porrón de inmaculadas vestiduras rasgadas por el hecho de que tenga adscripción política. O, mejor dicho, de que la que tiene no sea la que de las voces autorizadas de la oposición. Tiene su chiste que ahora pidan concursos públicos -que permitan casi elegir al margen del Gobierno quién es el elegido- los que no lo han hecho donde han tenido ocasión. Pero la mala memoria y el "consejos vendo que para mí no tengo" están amortizados en política. Aunque tiene su punto de rocambolesco que ahora la parlamentaria Jasone Agirre pida independencia ideológica en la entidad de la que ella misma salió a hacer política. Ni ella ni Maddalen Iriarte cayeron del caballo camino de la sede de Capuchinos para descubrir sus afinidades ideológicas con EH Bildu. Esas afinidades ya eran legítimamente suyas cuando ejercían en el ente público y no implican un mal ejercicio profesional. Respeten la misma presunción y dejen de alborotar el gallinero ante cada evidencia de que el votante les ha cortado las alas y la mayoría lidera las decisiones.