¿Qué le pasará a la princesa? Era la pregunta que permanecía en el aire hasta que finalmente se ha desvelado. Si alguno de ustedes no está al quite les explico que la princesa de Gales, Kate Middleton, andaba desaparecida desde diciembre. Ni una imagen suya más allá de la publicación hace dos semanas de una fotografía manipulada que desataba las especulaciones hasta el infinito sobre su estado de salud. Pero como el no saber da pábulo a todo tipo de teorías, hay quien llegaba a afirmar lo contrario, que estaba más sana que una manzana, pero que la infidelidad de su marido (el hijo de la fallecida Lady Di) le había hecho abandonarle. La historia -que ayer mismo escribió otro capítulo al desvelar ella misma que tiene cáncer- ha hecho correr ríos de tinta, saliva en tertulias y se lee en digitales a lo largo y ancho del planeta. Basta teclear ‘Middleton’ en cualquier buscador de internet para saber la última hora. Qué diferente con otra historia relacionada con mujeres. Les será más difícil conocer por qué Arabia Saudí va a presidir por unanimidad la Comisión de la Mujer de la ONU. El buscador que elijan apenas les presentará un puñado de medios de comunicación que el martes se hicieron eco de que este país ha sido el único interesado en presidir la Comisión de la Mujer de la ONU. Lo que sí encontrarán es todo un historial de sucesos relacionados con la vulneración de los derechos de las mujeres en el todopoderoso país petrolero. Es una comparación dolorosa y odiosa. La relevancia informativa de una y otra noticia no es sino un reflejo de qué mujeres importan en el mundo y cuáles no. Así de sencillo y de trágico. Un país que degrada a su población femenina no puede trabajar por sus derechos. Y el resto no lo puede permitir. O no debiera. Mañana sabremos más de Kate Middledon. El resto para otro rato.