EL polaco Pawel Gil realizó un arbitraje con tintes caseros, todo hay que decirlo. Aunque tiene muy buena colocación en el terreno de juego y supo controlar el mismo, el colegiado tenía fama de tarjetero, pero intentó en todo momento no pasarse de frenada. De hecho, en el minuto 80, con el conjunto sueco intentando el gol del empate, Gil le perdonó la segunda tarjeta amarilla a Unai Núñez por un agarrón. Algo que no pudo evitar minutos después, cuando el bravo jugador del Athletic volvió a repetir la misma acción. Dejó a los pupilos de José Ángel Ziganda con un jugador menos, pero los leones pudieron acabar el partido sin grandes apuros. Iñaki Williams reclamó penalti por una supuesta mano dentro del área de Pagagiannopoulos, pero el defensa del Ostersunds llegó al corte y el balón le pega en el pecho. No existe nada punible. El delantero del Athletic no tenía razón en sus protestas. No hubo más jugadas conflictivas en un encuentro en el que los futbolistas rojiblancos se dejaron el alma en el campo. Aunque el juego no ha vuelto, sí la actitud, algo que se agradece. Es destacable que un equipo humilde como el sueco proponga una oferta futbolística tan interesante. Tiene un entrenador a seguir en el futuro.
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