Definitivamente, los tiempos revueltos que vivimos no son los mejores para la objetividad. Se impone la posverdad de la ignorancia, cuando no de la maledicencia, porque hay demasiada demagogia personal y populismo partidista, como para esperar que el acuerdo bilateral sobre el cupo sea bien recibido por la oposición. Y otro tanto puede decirse de los compromisos adquiridos por Rajoy para que el PNV apruebe los Presupuestos Generales del Estado (PGE) del presente ejercicio. Pero no demos más vueltas a esta paradójica situación y pongamos la mirada en lo que significan para el futuro del País Vasco el cupo y los compromisos presupuestarios.

En el primero de los casos, el Estado descontará en los próximos años un total de 1.400 millones de euros en concepto de restitución de las cantidades cobradas de más en los últimos diez años. No repetiré los argumentos, ya expuestos estos últimos días, que desacreditan a quienes hablan de “cuponazo” por incultura o torcida voluntad. Es más provechoso y eficaz seguir la línea expuesta por Pedro Luis Uriarte quien señala, como destino de esos millones, “a mejorar las políticas públicas, la mayoría de las cuales, un 74%, tienen carácter social. O también se podría dedicar a disminuir el endeudamiento, que es de alrededor de 10.000 millones de euros”.

Este es un punto mucho más importante y trascendente que responder a quienes critican el acuerdo. La situación actual se puede resumir en lo que hace unos días señalaba en Bilbao el ex consejero delegado de La Caixa, Juan María Nin, cuando advertía de los excesos del endeudamiento público porque en el intento de superar la crisis económica “nos hemos apropiado del futuro de nuestros hijos y nietos”. Siendo esta apropiación una realidad incuestionable, parece lógico devolver a nuestros hijos y nietos una parte de su futuro.

INFORME PREOCUPANTE. Máxime si tenemos en cuenta el último Informe Laboral Euskadi de la UPV/EHU en el que se afirma que hay 95.000 jóvenes menos trabajando que hace diez años en el País Vasco y solo tres de cada cien menores de 25 años ha encontrado un empleo y está trabajando. Esta situación pone en peligro el propio Concierto Económico, porque, como dice el ya mencionado Pedro Luis Uriarte, es un factor de riesgo “el menor crecimiento de la población, cuestión social importante, pero también económica: más o menos un tercio del crecimiento del PIB está correlacionado con el crecimiento de su población”.

Si se mantiene la tendencia, el citado informe de la UPV traerá “a medio plazo, problemas de escasez de mano de obra” y también menor consumo interno que se traducirá en menores ingresos fiscales (IRPF e IVA) sin que por ello vaya a descender la cuantía del cupo, como tampoco cabe esperar que el Estado cubra las insuficiencias de recaudación. Creo que la oposición, incluyendo los sindicatos, debiera prestar más atención a esta precariedad.

COMPROMISOS PRESUPUESTARIOS. Tampoco hay equilibrio o equidad a la hora de poner en valor los compromisos adquiridos por Mariano Rajoy para que el PNV apruebe los PGE. Por razones de espacio no podemos citar los 36 puntos del acuerdo, pero algunos son muy significativos, como el que se refiere a las tarifas eléctricas para la industria vasca que afectará a casi 800 empresas y permitirá reducir la factura energética en unos 50 millones de euros al año. Teniendo en cuenta el peso de este sector en el PIB vasco y su clara vocación exportadora, no cabe duda que sea una medida muy beneficiosa para las empresas vascas, al tiempo que puede y debe incidir en la calidad del empleo.

Tampoco es desdeñable la inversión prevista en la Terminal de Jundiz y en la Plataforma Lezo-Pasaia, sin olvidar que el tren de alta velocidad circulará en el País Vasco en 2023 y que se suprimirán los obsoletos pasos a nivel en otras líneas ferroviarias.

En resumen, no estamos ante privilegios o cambio de cromos. La política es algo más que utópicas declaraciones o falsas acusaciones. También es responsabilidad y pragmatismo.