LO dijo en tono medio jocoso y sonó a espontáneo: “Lo mejor del partido es que se ha acabado”. Escuchado en boca de Ernesto Valverde la frase no pasa de ser una mera anécdota con cierta retranca, pero viéndola impresa hay que reconocer que impresiona, o por lo menos llama poderosamente la atención, porque sobre el papel no se escucha la modulación de las palabras ni el talante con el que se han dicho. Si nos ponemos solemnes, cuestión por desgracia bastante común en el ámbito futbolístico, es fácil sacarlas de contexto y hasta puede dar pábulo a un profundo análisis sobre la insoportable levedad del ser rojiblanco, de tal forma que por ese camino a lo peor terminamos en modo apocalíptico: ¡por Dios!, ¡que se acabe este partido!

Así que conviene abstraerse del frío texto y volver al espíritu de la frase, con su hilarante capacidad para definir lo que fue el comportamiento del Athletic frente al humilde Leganés, o sea, mejor nos olvidamos cuanto antes del partido. Sucede sin embargo que comportamientos así se han repetido en demasía frente a rivales modestos, como si los futbolistas de Valverde creyeran que pueden ganar con el escudo. Porque ante al Barça, tres días antes, saltaron al Camp Nou concienciados sobre la transcendencia que podía tener la posibilidad de eliminar al poderoso equipo azulgrana, hasta el punto de provocar la desazón en el rival, sensación que Messi cortó por lo sano con otra genialidad.

Pero el Leganés..., en una fría mañana, y con ese balón botando como un canguro sobre el duro terreno de juego fastidia y desmotiva, o sea, que la culpa la tuvo el empedrado. En el coliseo blaugrana la diosa fortuna dio la espalda al Athletic, pero en el campo de Butarque se desplegó espléndida, obnubilando al venezolano Darwin Machís, que las tuvo de todos los colores para batir a Gorka Iraizoz y no hubo manera.

Los cachondos del Leganews Comunicación titularon el suceso con un elocuente Darwin? ¡Me cachis! Machís ¡Qué falta de acierto!, y levántate, hombre, que mañana será otro día.

Los del Leganews son los mismos guasones que en vísperas retaron a los leones a una patxanga, así, con tx, con una bola de piedra, desafío sellado con un folklórico #AhíVaLaHostia. Y los muchachos del Athletic recogieron gustosamente el guante. “Por supuesto que aceptamos, tres córners seguidos es penalti y vale tirar a trallón, ¿ok?”, fue el tuit de respuesta, ratificando el buen rollo que existe entre ambos clubes y aficiones, lo cual merece destacarse sobremanera.

Claro que con tanto juego floral el asunto acabó en tablas, como es natural, pero con los pepineros jurando por lo bajines por su escasa fortuna y con Ernesto Valverde concluyendo aliviado: “Lo mejor del partido es que se ha acabado”.

El raquítico punto logrado por el Athletic quizá pueda servir de fatuo consuelo tal y como transcurrió un encuentro que sin embargo deja un poso amargo y provoca preocupación. El Athletic confirmó que lejos de San Mamés es un equipo demasiado vulnerable, y a esa evidencia habrá que añadir la pérdida de solvencia en La Catedral, según se pudo comprobar en los dos últimos encuentros, el que ganó por verdadera chiripa al Celta y el que no perdió ante al Alavés.

Pero el partido de Leganés deja otro tipo de secuelas. El Athletic pierde para medirse al Atlético de Madrid, el próximo domingo, a Beñat y Aduriz, que fueron amonestados y cumplen ciclo de tarjetas. Ya veremos en qué queda el recurso al Comité de Competición, pero mucho me temo que los árbitros le han tomado la matrícula al delantero donostiarra, un conspicuo luchador que sin embargo se deja llevar más de la cuenta por el ardor de la batalla.

Pero volvamos al núcleo de la ya famosa frase de Valverde porque además permite felicitarnos por la escasa pericia de Aymeric Laporte, que estrelló el balón al poste, eso sí, de su propia portería, en otro de sus habituales lapsus. Hubiera sido la leche y transformado en alegre algarabía el Leganews Comunicación.

Más tino tuvo anoche Sergio Ramos batiendo a su compañero Keylor Navas lavando la afrenta con la que soliviantó el pasado jueves y en el mismo escenario sevillano a paisanos y antiguos aduladores. Ramos se reconcilió con el pueblo anotando un hermoso gol, en los últimos minutos, según acostumbra, que también pasará a la historia.