Caja registradora y de caudales
eN la batalla de Balaclava, crucial en la guerra de Crimea, la Brigada Ligera británica, compuesta por cinco regimientos de dragones ligeros, lanceros y húsares, fue masacrada por el ejército ruso. Años después, la conocida como Brigada Lincoln apoyó a la Segunda República española durante la Guerra Civil, con los logros ya conocidos. A las Brigadas Rojas italianas que tanta sangre derramaron se las llevó el viento de la Historia y Brigadas Blanquiazules era el nombre de un grupo ultra de extrema derecha del Espanyol, a Dios gracias hoy extinguido. Definitivamente, la hostelería y el comercio full de Bizkaia, aquellos que trapichean con la caja registradora y los tiques, la que mete mano en la caja de caudales de Hacienda, no se siente amenazada con el anuncio. ¿Que van a organizarse brigadas de inspectores que vigilen el buen manejo en las operaciones de compraventa? ¿Brigadas? Con el poco éxito que tiene el nombre nada hemos de temer, dirán muchos de esos golfos apandadores.
Hecho el juego de palabras, lo importante es que se cumplan las reglas del juego. Más allá de que uno sea víctima, testigo o ni siquiera se entere, la realidad es que euro de menos recaudado es una pequeña sangría, un desliz, un descuido, una sisa, un “¡ay, que me da la risa!” de los más desaprensivos, un qué sé yo. Dirán que es cogérsela con papel de fumar por la perra gorda. No, no lo es. Si yo pago, tú pagas, él paga, nosotros pagamos y vosotros pagáis... ¿por qué ellos no pagan? Es justicia para todos si se quiere mantener ese estado de bienestar que cada vez se tambalea más. Sí, también por culpa de acciones así.
Vista la cuantía de las multas, 600 euros, y la facilidad de abonarlas con la fórmula del pronto pagono parece que el afán sea el recaudatorio. Intuyo que la idea que subyace es otra: que el ejemplo predique en otros tentados. El mensaje parece claro: ser un pillo no sale gratis y el ojo vigilante está al acecho, atento a cualquier manolarga por corta que sea.
Si esas señales calan la iniciativa habrá tenido efecto. Más de uno se lo pensará antes de confundirse con esa nube de papeles que son las facturas. Sabrá que no le quitan ojo cuando él quiera quitar unos euros. Y la voz de la calle, siempre tan sabia, ya nos explica las consecuencias de esa sensación: el miedo guarda la viña. Es hora de entonar un RIP, un Requiescat in Page.