los últimos acontecimientos invitan, cuando menos, a reflexionar sobre el futuro que nos espera a los europeos en general y, siendo más concretos, a esa generación de jóvenes y no tan jóvenes que lo único que comparten son las penurias actuales del desempleo o la precariedad laboral con independencia de su preparación y la percepción de que tanto el gobierno de la UE como el de los estados miembros siguen sin dar soluciones concretas, sólidas y viables a los problemas generados por los grandes males que nos acechan, como son la deuda y déficit públicos, la productividad, la energía y, sobre todo, el empleo y el consumo.

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