UNO, aún sobrecogido por el susto que debieron vivir los jóvenes, no pudo evitar acordarse de aquellas palabras bíblicas (Ezequiel, 25-17) que pronuncia Samuel L. Jackson en su papel de gánster en Pulp Fiction, aquella singular película. “El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por la avaricia de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que, en nombre de la caridad y de la buena voluntad, saque a los débiles del Valle de la Oscuridad. Porque Él es el verdadero guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. ¡Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquéllos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos!”. Cierro los ojos y veo a tres jóvenes ladronzuelos desnudos en las cuevas de Baltzola, tras cosechar dos plantas de marihuana que ninguno de ellos había plantado. Los auténticos agricultores les dieron una paliza de padre y muy señor mío. Les dieron una lección.

Tendrán cien años de perdón por haberles robado a quienes lo hicieron, pero mucho me temo que no les importa demasiado. Hubiesen preferido otros tantos de condena porque el susto no hay quien se lo saque del cuerpo. Jugaron a ser los más listos de la clase y se dieron de bruces con uno de los viejos y más clásicos códigos de la mafia: el ojo por ojo. Suerte han tenido de no madrugarse con una cabeza de caballo ensangrentando sus sábanas una mañana cualquiera de domingo.

Aunque el asunto no sea comestible -la marihuana, para los más despistados, se fuma y desprende una nube de humo azul cuando se acumula en el techo de un local cerrado, dicho sea por observación y sin, ¡ejem!, experiencia alguna...-, los tres jóvenes de Loiu ya saben que con las cosas de comer no se juega. Uno se pone en su papel y palidece de golpe y porrazo: seis encapuchados que te llaman por teléfono para decirte: “Baja del autobús”. Con ese comienzo, llegan los hermanos Coen y arman una película de esas que te dejan sin aliento.

Por supuesto, los auténticos golfos apandadores de esta historia son los seis detenidos. Pero ni siquiera imaginándoles en el patio de prisión rodeados de narcotraficantes de mayor calado les imagino más aterrados que aquellos tres infelices en sus manos y sin conocer el desenlace de la película. ¿Qué pensarían de los Coen en la oscuridad?