DE entre aquellos pioneros de La Quebrada, en Acapulco, sobresale la figura de Raúl García, El Chupetas, un clavadista que dejó huella en el arte de volar como los pájaros, como si fuesen un martín pescador que se zambulle en las aguas. El viejo sueño de volar y desafiar cualquier peligro: he ahí uno de los combustibles de las gestas. Leyendas precolombinas hablan de mitos alados como Ayar Uchu, aunque es más conocida la figura de Ícaro, que escapa de Creta fabricándose unas alas con plumas y cosidas y pegadas con hilo y cera que se derriten por volar demasiado cerca del sol. También que el rey persa Kai Kawus voló en un carro arrastrado por águilas...
Ellos no quiere tocar el sol, ni vuelan impulsados por las aves aunque compartan con ellas parte de su trayectoria. Son los clavadistas, hombres que vienen dispuestos a lanzarse desde el puente La Salve por el placer de volar. Es el perfil de los héroes modernos: gente capaz de jugársela, no para liberar a un pueblo o para conquistar un amor sino para hacerse un hueco en Red Bull y en la acrópolis del siglo XXI: YouTube. Es la ciudad alta de nuestro tiempo.