De tal palo, tal astilla. La sangre country del legendario Waylon Jennings, electrificada por el rock, corre por las venas de su hijo Shooter, otro forajido del rock vaquero como su aita. El chaval, también barbudo y rebelde, inicia esta semana su primera gira por el Estado español, para presentar su último disco, The other life. Sus fans vascos están de enhorabuena ya que se pasará por el Kafe Antzokia de Bilbao el sábado 8.
La promotora vasca Noise on Tour y la revista Ruta 66 colaboran en esta gira, una de las más esperadas del arranque de 2014, ya que permitirá estrenarse en directo en Euskal Herria a uno de los estandartes actuales de la música estadounidense de raíces, estatus logrado a fuego con su mezcla de outlaw country y southern rock. El chico, con pinta de rockero, parece un sosías de su aita, quien se forjó la etiqueta de forajido en la década de los 70 (también la de su adicción a las droga), al oponerse a las restricciones sonoras del establisment country ortodoxo de Nashville y gracias a su lucha por el control y la libertad absoluta de su carrera, que le convirtieron en un modelo de artista crítico para generaciones futuras de músicos, Metallica entre ellos.
Shooter vivió prácticamente sus primeros cinco años de vida en el autobús de gira de sus padres (Waylon se casó con la cantante Jessie Colter), a los que solían acompañar Johnny Cash, su buen amigo Willie Nelson y Kris Kristofferson. Llevaba la música en la sangre? y en el biberón. A los cinco años ya tocaba la batería, a los ocho tomó sus primeras clases de piano y empezó dándole a la guitarra a los 14.
Por si fuera poco, en ocasiones tocó la percusión en el grupo de su padre mientras que en el instituto participó en una banda de rock industrial llamada Kil Raven. Llegó a grabar un disco compartido con Waylon, titulado Fenixon (por Phoenix y son, hijo en inglés), que no vio la luz aunque se aprovechó para Waylon forever, uno de los últimos CDs de su progenitor. Shooter ya había dejado grandes discos en su etapa inicial, como Electric rodeo, repleto de rock sureño, y curiosidades como The Wolf, en ocasiones cercano al rock duro. Tras Family man (2012), a finales del año pasado, editó The other life, su sexto CD, con colaboraciones de Scott H. Biram, Patty Griffin o Jim Dandy (Black Oak Arkansas) y que está grabado también en vivo.
country eléctrico El disco se abre con Flying saucer song, tema casi íntegramente instrumental y marciano con ecos de los Beatles más psicodélicos en las escasas voces. La canción confirma que su autor es un heterodoxo, aunque el resto del repertorio no haga sino ahondar en su explotación de esa simbiosis de country y rock oscuro. Ejemplos palmarios son temas como A hard lesson to learn, country rock del bueno, en el que cita al gran Jimmi Rogers, a su propio padre, al más desconocido George Jones, al blues, al amor perdido y a su gusto por el alcohol y la música como remedio.
La pieza central del CD es la autobiográfica (el violín es la estrella) Outlaw you, otro guiño a los mitos, con Johnny Cash y Hank Williams a la cabeza, en la que ironiza sobre tanto "forajido country" de pastel -"no puedes comprar la autenticidad", canta- y en la que él deja claro de qué va esto -"el country es sobre ser sincero con nuestro interior"- y reivindica la figura de su padre. El CD incluye también The low road, un pedazo de country electrificado a lo Bruce Springsteen; la pieza más rockera del lote, Mama, it´s just my medicine, con bonitas palmas; y varias baladas, caso de The outsider, con armónica sensible y dobros, y la espectacular Wild & Lonesome, dúo con Griffith de aire clasicista y en cuyo estribillo se define como "salvaje y solitario, como un niño que desea alguien con quien jugar". Nos visita Shooter, "un fuera de la norma, un caballo sin jinete, el luchador cuando el día se vuelve oscuro, el superviviente".